Habemus Papam. Su nombre es Francisco, que había recibido la misión de restaurar a la Iglesia. Ya no se llamará Jorge Marío Berboglio sino Pedro, vínculo de la unidad, de la caridad con la que la Iglesia mira a los hombres. Como ha resaltado, en un clima de profunda oración, se inicia ahora un nuevo camino de la Iglesia, que hoy ha comenzado, un camino para la Evangelización. Con un nuevo estilo, con una nueva forma de presentarse a la Iglesia y al mundo, el Papa ha pedido unidades y colaboración en el arduo trabajo de sembrar el Evangelio.Un nuevo sucesor de Pedro representa un momento nuevo para la historia de la Iglesia y para la historia de la humanidad. Un momento de una continuidad, en la sucesión apostólica, en la que quien es el obispo de Roma es garantía de presencia y de esperanza, de propuesta y de aliento de una palabra que ofrece al hombre las respuesta a las preguntas de su corazón.El sentimiento que nace del corazón creyente es el agradecimiento a Dios porque no abandona a la Iglesia y porque el Evangelio se encarna en el testimonio de un nuevo Francisco I que traerá la revolución de la presencia de Dios a nuestra historia.