Muchos europeos parecen desorientados, inseguros, sin esperanza. Éste era el diagnóstico de Juan Pablo II hace 10 años, en una coyuntura bien distinta a la actual. La Europa del euro estaba a punto de superar a EE.UU. como primera potencia económica mundial. La amenaza soviética era sólo un lejano recuerdo y ocho países del Este se disponían a ingresar en la Unión. Sin embargo los obispos reunidos en el Sínodo advertían acerca de preocupantes síntomas de agotamiento vital del proyecto europeo, consecuencia de haber dado la espalda a las raíces cristianas en las que se inspiraron Schuman, Adenauer o De Gasperi. Se cumplen ahora 10 años de la exhortación Ecclesia in Europa.Los episcopados de la Comunidad Europea lo conmemoran con una “Semana de la Esperanza”, que seguirá la propuesta de Juan Pablo II. El Beato era consciente de que los discursos no devolverán a Europa la alegría de vivir, sino los santos. Por eso toda la Semana girará en torno a testimonios de santidad, algunos muy recientes como el recién beatificado Don Pino, sacerdote mártir que se enfrentó a la mafia, o el Beato alemán Karl Leisner, ordenado clandestinamente en un campo de concentración nazi por un obispo francés, en una especie de anticipo de la reconciliación franco-alemana. Ése será el tono de la propuesta. Se recuerda así que las raíces cristianas de Europa se plasman en un impresionante legado cultural, pero antes que eso, en vidas llenas de sentido, con potencial para construir futuro.