Los resultados no serán definitivos hasta agosto, pero los primeros escrutinios confirman el resultado de las encuestas y atribuyen la victoria en las elecciones de Indonesia al hasta ahora gobernador de Yakarta, Joao Widodo. Quedaría así culminada la transición a la democracia en Indonesia, dos décadas después del fin de la dictadura militar. Jokowi como se le conoce popularmente, es un político atípico, con fama de gestor honrado y sin conexión con el Ejército ni con los principales partidos. Pero el primer aplauso es para los indonesios, que han dado elocuentes signos de madurez política en una campaña desarrollada sin incidentes que reseñar. Jokowi, devoto musulmán, es conocido por sus buenas relaciones con los cristianos y otras minorías. Es un dato de gran importancia. Indonesia es el país de mayoría musulmana más poblado del planeta, y se había caracterizado tradicionalmente por la convivencia pacífica entre las distintas comunidades, pero en los últimos años se constata un preocupante ascenso del islamismo radical y un aumento de la violencia y la discriminación contra las minorías. Esos problemas no desaparecerán de un día para otro, ni tampoco la lacra de la pobreza o las desigualdades sociales. Pero tras la fallida “primavera árabe”, la elección de Jokowi mostraría que el mundo musulmán no está condenado a elegir entre las dictaduras militares o el islamismo.