La educación sigue siendo una de las principales asignaturas pendientes de la política y de la sociedad española. El nuevo ministro de Educación y Cultura, Iñigo Méndez de Vigo, ha adelantado en la Comisión de Educación y Deporte del Congreso cuáles serán las líneas maestras de un ministerio que se ha convertido en el territorio de la complejidad y que se pone en marcha en el período final de la legislatura. El anuncio de que se recuperarán las becas de los libros de texto y material escolar para las familias más desfavorecidas, y de que se va a producir un aumento del presupuesto para la enseñanza de lenguas modernas, es una buena noticia. El ministro sabe que el conflicto principal está en el calendario de implantación de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa. Frente a la cerrazón de socialistas y nacionalistas, que han exigido la paralización de esta ley, el Ministro ha ofrecido un diálogo necesario para proceder a su implantación, poniendo todo de su parte para hacerlo mediante acuerdo. Otras medias dignas de atención son el proyecto de impulsar la Formación Profesional, la elaboración de un Estatuto del docente y el objetivo de reducir el abandono escolar. Con todo, Méndez de Vigo debe tener en cuenta que aunque los recursos en educación son importantes, no lo son todo. Una educación integral, en beneficio de todos, requiere voluntad y claridad de fines, de contenidos y modelos.