Después de una serie de noticias económicas positivas, la Comisión Europea ha echado un jarro de agua fría al hacer públicas sus previsiones de otoño. La balanza de pagos refleja un considerable incremento de la inversión extranjera en nuestro país, el bono a diez años ha bajado del 4 por ciento de interés y las agencias de calificación han empezado a mejorar la nota de España. Son todos signos de confianza motivados por las reformas realizadas y por las perspectivas de crecimiento.Pero ese crecimiento según Bruselas va a ser demasiado suave: un 0,5 por ciento el año que viene, que  va  a mantener la tasa de paro en el 25 por ciento y va a subir el déficit en 2015 por encima del 6 por ciento. Desde Bruselas nos recomiendan más reformas.Una cosa son reformas, y otra, recortes. Es evidente que el Gobierno no puede darse por satisfecho con los cambios realizados en el mercado laboral, en el mercado financiero, en el sistema impositivo o en el ámbito de las pensiones. Hay muchas cosas que cambiar pero eso no significa necesariamente mas ajustes sociales. No se trata de recortar de cualquier modo, necesitamos un sistema impositivo más eficaz con menos fraude y que presione menos a las familias. Necesitamos hacer más eficaz y menos gravosa la Administración. Pero eso no es más tijera sino más ambición política.