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Críticas de los estrenos de cine del 31 de octubre

Análisis de los estrenos de cine de esta semana: Jerónimo José Martín comenta “Thor. El mundo oscuro”, “Pacto de silencio”, “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, “Hojas de hierba”, “El postre de la alegría”, “El viaje de Bettie”, “Sólo Dios perdona”, “Don Jon”, “Al final todos mueren”, “Doraemon y Nobita Holmes en el misterioso Museo del Futuro” y “Blackfish”.

Thor: El Mundo oscuro

Thor: El Mundo oscuro

cope.escope.es

Tiempo de lectura: 16'Actualizado 26 may 2017

THOR: EL MUNDO OSCURO (Thor: The Dark World) *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Director: Alan Taylor. Intérpretes: Chris Hemsworth, Natalie Portman, Tom Hiddleston, Anthony Hopkins, Jaimie Alexander, Idris Elba, Stellan Skarsgård, Rene Russo, Christopher Eccleston, Zachary Levi, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Kat Dennings, Clive Russell. EE.UU. 2013. Fantasía. 112 min. Jóvenes.

Al poco de pacificar los galácticos Nueve Reinos, Thor (Chris Hemsworth), el aguerrido y rebelde primogénito de Odín, Rey de Asgard (Anthony Hopkins), deberá enfrentarse a un siniestro y ancestral enemigo. Se trata de los crueles Elfos Oscuros, liderados por el vengativo Malekith (Christopher Eccleston), que regresa de un secular letargo para sumir al cosmos en la oscuridad liberando una poderosa sustancia llamada Éter. Durante su odisea, Thor contará con la ayuda de su amada, la científica terrícola Jane Foster (Natalie Portman), y de sus dos jóvenes becarios: Darcy (Kat Dennings) e Ian (Jonathan Howard).

Esta nueva aventura fílmica del clásico superhéroe de los cómics Marvel —creado en 1962 por Stan Lee y Jack Kirby— mantiene el tono shakespeariano de su antecesora, sobre todo en las relaciones de Thor con su severo padre Odín, con su cariñosa madre Frigga (Rene Russo) y con su encarcelado hermanastro Loki (Tom Hiddleston), que vuelve a tener un papel relevante en la trama. Pero esta vez, ese enfoque se enriquece con más secuencias épicas —al estilo de “El Señor de los Anillos” y las “Crónicas de Narnia”, sobre todo en su arranque— y muchos más golpes de humor, la mayoría muy eficaces.

Por su parte, los actores cumplen sobradamente con sus arquetípicos personajes, y el abigarrado guion —a cargo de los especialistas Christopher Yost, Christopher Markus y Stephen McFeely— permite el lucimiento del estadounidense Alan Taylor (“Palookaville”, “Mi Napoleón”), conocido sobre todo como realizador en numerosas series televisivas de éxito —como “Sexo en Nueva York”, “Los Soprano”, “Mad Men”, “Juego de tronos”…—, y que dirigirá el “reboot” de “Terminator”, anunciado para 2015. Su puesta en escena imprime a la historia un ritmo sin altibajos, dosifica bien su cóctel de géneros y logra impactar al espectador en unas cuantas secuencias muy espectaculares, resueltas con una imaginativa ambientación retrofuturista e impresionantes efectos visuales estereoscópicos, sobre todo en las batallas aéreas, que recuerdan a las de la saga “Star Wars”.

Queda así un divertido entretenimiento, seguramente mejor que la primera entrega de la saga, más equilibrado y menos aparatoso que otros filmes similares, y que no pierde casi nunca un tono familiar, apropiado para todas las edades. Por cierto, los largos títulos de crédito finales —ilustrados por una suite de la vibrante banda sonora de Brian Tyler— incluyen dos secuencias de regalo. J. J. M.



PACTO DE SILENCIO (The Company You Keep) *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Robert Redford. Intérpretes: Robert Redford, Shia LaBeouf, Stanley Tucci, Susan Sarandon, Nick Nolte, Chris Cooper, Julie Christie, Richard Jenkins, Terrence Howard, Anna Kendrick, Brendan Gleeson, Brit Marling, Sam Elliott. Guion: Lem Dobbs, basado en la novela The Company You Keep, de Neil Gordon. EE.UU. 2012. Thriller. 121 min. Jóvenes.

En Albany (Nueva York), el FBI detiene a una acomodada ama de casa, Sharon (Susan Sarandon), por su supuesta participación en un asesinato cometido en los años 70 del siglo pasado por The Weather Underground, un grupo radical antibelicista. El director del principal diario local, Ray (Stanley Tucci), encarga un artículo sobre el tema al joven periodista Ben Shepard (Shia LaBeouf). Al poco, éste desvela la verdadera identidad a Jim Grant (Robert Redford), un prestigioso abogado viudo, especializado en derechos civiles, que vive en una zona residencial de Albany con su pequeña hija Isabel (Jackie Evancho). Su verdadero nombre es Nick Sloan, y también fue miembro activo del comando de Sharon. Tras dejar a su hija con su hermano Daniel (Chris Cooper), Grant se da a la fuga en busca de antiguos camaradas —Nick Nolte, Richard Jenkins…— con el fin de encontrar a una misteriosa mujer llamada Mimi (Julie Christie), que podría limpiar su nombre. Le sigue de cerca un amplio equipo del FBI, liderado por el incansable Agente Cornelius (Terrence Howard). Y, mientras tanto, Ben Shepard va descubriendo datos sorprendentes en su meticulosa investigación periodística.

Como todas las películas del californiano Robert Redford tras la cámara (“Gente corriente”, “Un lugar llamado Milagro”, “El río de la vida”, “Quiz Show”, “El hombre que susurraba a los caballos”, “La leyenda de Bagger Vance”, “Leones por corderos”, “La conspiración”), “Pacto de silencio” goza de un reparto de lujo, dirigido con rigor y sobriedad, y enfrentado a una trama con sugerentes perfiles dramáticos y morales, basada esta vez en la novela “The Company You Keep”, de Neil Gordon. Ciertamente, resulta discutible el protagonismo del ya septuagenario actor-director, pues su personaje no cuadra del todo con su edad. Además, el ritmo de la historia flaquea en algunos momentos, y en otros, no alcanza la emotividad pretendida. Quizás la causa principal de estos defectos narrativos sea que, en su afán de ponderación, el guion de Lem Dobbs nada demasiado entre dos aguas: por un lado, el sincero examen de conciencia sobre los excesos de ciertos grupos pacifistas de los años 70 —”No se llega a mi edad sin remordimientos”, reconoce Jim Grant-Nick Sloan—; y por otro, la crítica sin paliativos a la Guerra de Vietnam y, en general, al belicismo de la política exterior de Estados Unidos. “Nos equivocamos, pero estábamos en lo cierto”, sentencia el protagonista en otro momento. De todas formas, la película está por encima de la media, tiene una sólida factura visual, incluye varias secuencias de gran intensidad humana, y resulta especialmente certera en su retrato del espinoso dilema deontológico del joven periodista Ben Shepard. J. J. M.




VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: David Trueba. Intérpretes: Javier Cámara, Natalia de Molina, Francesc Colomer, Ramón Fontseré, Rogelio Fernández Díaz, Jorge Sanz, Ariadna Gil. España. 2013. Tragicomedia. 108 min. Jóvenes.

España, 1966. Antonio (Javier Cámara) es un divertido y entusiasta profesor de inglés de Albacete, que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar a sus alumnos. Un día se entera de que John Lennon, en plena crisis existencial y profesional, se encuentra en Almería rodando la película antibelicista “Cómo gané la guerra”, de Richard Lester. Así que, decidido a conocerle, emprende el camino hacia Níjar en su flamante Seat 850. Durante su periplo, Antonio recoge primero a Belén (Natalia de Molina), una joven andaluza de 21 años, que parece escapar de algo. Y después, incorpora también a otro fugitivo, Juanjo (Francesc Colomer), un chico de 16 años, hijo de un riguroso policía nacional (Jorge Sanz) y con seis hermanos. Los tres conocerán a variopintos personajes, y nacerá entre ellos una inolvidable amistad.

Inspirada en la historia real de Juan Carrión —un profesor de inglés de Cartagena—, esta nostálgica y tragicómica road movie del madrileño David Trueba (“La buena vida”, “Obra maestra”, “Soldados de Salamina”, “Bienvenido a casa”, “La silla de Fernando”, “Madrid, 1987”) toma su original título de uno de los versos de la canción “Strawberry Fields Forever”, que John Lennon compuso durante su estancia en Almería. La película arranca con una tosca crítica a la Iglesia católica, con el típico cura y la tópica monja maltratando a sus jóvenes alumnos. También es discutible su epidérmico tratamiento de la acogida a chicas embarazadas para entregar a sus hijos en adopción. Y resulta desagradable una explícita escena de sexo entre los dos adolescentes coprotagonistas. Pero el grueso del filme ofrece un ponderado retrato del tardofranquismo, en el que domina un entrañable y divertido costumbrismo, articulado a través de diálogos chispeantes y situaciones sugestivas, que traen a la memoria algunas de las mejores comedias españolas de los años 50 y 60 del siglo pasado.

Todo ese rico material narrativo lo traduce visualmente Trueba a través de una fresca y serena puesta en escena, atenta a los detalles y siempre al servicio de los actores. Todos ellos están muy bien, pero sobresalen claramente Javier Cámara —que realiza otra interpretación memorable— y la joven Natalia de Molina, que dota a su personaje de una naturalidad pasmosa. “Vivir es fácil con los ojos cerrados” no es redonda, pero está muy por encima de la media del cine español actual, logra una sintonía poco habitual con un público amplio y propone un sentido elogio del anhelo de libertad, la amistad, la cultura, la enseñanza y la tierna humanidad de la buena gente. Todo ello, envuelto en la luminosa fotografía de Daniel Vilar y en la evocadora banda sonora de Pat Metheny, el famoso guitarrista estadounidense de jazz. J. J. M.



HOJAS DE HIERBA (Leaves of Grass) *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Tim Blake Nelson. Intérpretes: Edward Norton, Melanie Lynskey, Susan Sarandon, Keri Russell, Richard Dreyfuss, Tim Blake Nelson. EE.UU. 2009. Tragicomedia. 105 min. Jóvenes-adultos.

Bill (Edward Norton) es un soltero y riguroso profesor de filosofía clásica en la Universidad de Brown, que por fin parece haber encontrado a su media naranja, Janet (Keri Russell). Brady (Edward Norton), su idéntico hermano gemelo, es un tosco drogata que se dedica a cultivar y vender marihuana en Little Dixie, un pueblo de la zona rural de Oklahoma, en el que vive con su embarazada novia Colleen (Melanie Lynskey). Cuando Bill recibe la trágica noticia de la muerte de Brady, viaja a Little Dixie, donde diez años atrás se prometió que nunca volvería. Al llegar descubre que, en realidad, su hermano no ha muerto, sino que ha urdido un plan singular. Aunque no está muy convencido, Bill accede finalmente a hacerse pasar por Brady y visitar a su madre Daisy (Susan Sarandon), que vive en una residencia de ancianos. De esta forma, Brady y Bolger (Tim Blake Nelson), su amigo y socio, usarán esa coartada perfecta para resolver unos negocios pendientes con el mayor proveedor de drogas del área de Tulsa, el judío Pug Rothbaum (Richard Dreyfuss).

Además de una espléndida interpretación doble de Edward Norton y de una fugaz pero jugosa aparición de Richard Dreyfuss, esta película del actor, director y guionista Tim Blake Nelson (“Eye of God”, “Laberinto envenenado”, “La zona gris”) ofrece una peculiar imitación del tono negro, excesivo, absurdo, bipolar y esperpéntico de los hermanos Joel y Ethan Coen en películas como “Sangre fácil”, “Fargo”, “No es país para viejos” o “Quemar después de leer”. No en vano, Blake Nelson —que aquí produce, dirige, firma el guion y se reserva un papel secundario— ya trabajó con ellos en la espléndida “O Brother!”. Además, aporta al filme su propia experiencia vital, pues nació y se crió en Tulsa, Oklahoma, y se graduó en la Universidad de Brown.

El guion de “Hojas de hierba” no tiene el ritmo ni la frescura de sus modelos, no acaba de equilibrar el drama, la comedia y el romance, y lanza entre líneas un superficial discurso a favor de la legalización de la marihuana. Además, a su puesta en escena le falta un punto de brillo y le sobran algunos desagradables excesos de violencia y zafiedad. De todas formas, resulta una tragicomedia entretenida, hilarante en su confrontación de la culturilla urbanita más pedante con la tosquedad rural más cutre, incisiva en su cierta crítica al desmadre moral de los años 60 del siglo pasado —a través del patético personaje de la madre— y certera en su cierto elogio de la familia, la fraternidad, la amistad, el dominio de sí, la cultura clásica… y la poesía de Walt Whitman.J. J. M.

EL POSTRE DE LA ALEGRÍA (Paulette) ** (5,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Jérôme Enrico. Intérpretes: Bernadette Lafont, Carmen Maura, Dominique Lavanant, Françoise Bertin, André Penvern, Ismaël Dramé, Jean-Baptiste Anoumon, Axelle Laffont, Paco Boublard. Guion y adaptación: Bianca Olsen, Laurie Aubanel, Cyril Rambour y Jérôme Enrico. Francia. 2012. Comedia. 87 min. Jóvenes.

Paulette (Bernadette Lafont) es una jubilada gruñona y racista, que no llega a fin de mes con su miserable pensión de viudedad, y que se lleva fatal con su hija Agnès (Axelle Laffont), el marido de ésta, Ousmane (Jean-Baptiste Anoumon) —un cariñoso policía de color—, y el mulato hijo de ambos, Léo (Ismaël Dramé). Paulette vive en un suburbio de las afueras de París, donde el tráfico de drogas está a la orden del día. Tras presenciar una persecución entre la policía y un camello, se topa con un paquete de hachís, y decide probar suerte en el mercado de los traficantes. Tras sus primeras ventas a pequeña escala, pronto tendrá problemas con otros camellos, por lo que decide reconvertir el negocio a los “postres de la alegría”. Paulette y sus tres mejores amigas —María (Carmen Maura), Lucienne (Dominique Lavanant) y Renée (Françoise Bertin)— causarán sensación y harán volar a sus clientes con sus mágicas recetas.

Supuestamente inspirada en hechos reales, esta disparatada y taquillera comedia del televisivo realizador francés Jérôme Enrico (“L’origine du monde”) ofrece algunos divertidos golpes de humor a costa del racismo y la hosquedad de la protagonista, y de su peregrina “reconversión profesional”, que recuerda en su planteamiento a la relatada en la película británica “El jardín de la alegría”, de Nigel Cole. Sin embargo, su guion resulta reiterativo, y no logra plenamente que los personajes resulten entrañables, a pesar del buen trabajo de los actores, sobre todo de la recientemente fallecida Bernadette Lafont, nuestra Carmen Maura y Jean-Baptiste Anoumon, cuyo personaje del yerno policía es el más atractivo de la película. Quizás pesa demasiado su desdramatización de los efectos nocivos de las llamadas drogas blandas, tras la que parece reivindicarse su legalización. Incluso, la progresiva transformación positiva de la huraña protagonista se ve enturbiada por ese criticable enfoque. J. J. M.



EL VIAJE DE BETTIE (Elle s’en va) ** (5,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Emmanuelle Bercot. Intérpretes: Catherine Deneuve, Nemo Schiffman, Gérard Garouste, Camille, Claude Gensac, Paul Hamy, Mylène Demongeot, Hafsia Herzi. Guion: Emmanuelle Bercot y Jérôme Tonnerre. Francia. 2013. Drama. 113 min. Jóvenes-adultos.

Bettie (Catherine Deneuve), de sesenta y pico años, antigua Miss Bretaña, es una aguerrida mujer francesa que cuida de su anciana madre Annie (Claude Gensac) y regenta un restaurante familiar en una recoleta ciudad provinciana. En un mismo día descubre que su amante la ha abandonado y que el restaurante está al borde de la quiebra. Así que se sube a su coche con la idea de dar una vuelta para desahogarse. Pero la vuelta se convierte en una escapada de larga duración. Durante su periplo por media Francia, Bettie se hará cargo de su nieto Charly (Nemo Schiffman), con él asistirá a una singular gala de ex-misses francesas y se reencontrará con su hija Muriel (Camille) y con el amor…

En esta tragicómica road movie, la directora, actriz y escritora francesa Emmanuelle Bercot (“Los infieles”, “Polisse”) indaga en las frustraciones y oportunidades de la madurez femenina, sobre todo en lo referente a la maternidad, el amor y la propia satisfacción vital, sobre las que plantea un cierto examen de conciencia más o menos profundo. Logra así algunas secuencias de gran intensidad emocional, gracias sobre todo a las espléndidas interpretaciones de todo el reparto, y especialmente de la ya septuagenaria Catherine Deneuve —aquí, más frágil y menos fría que nunca— y del niño Nemo Schiffman —hijo de la directora y del director de fotografía Guillaume Schiffman—, que protagonizan los mejores momentos del filme. Sin embargo, el conjunto se resiente de la irregularidad narrativa de su guion —a veces tierno, a veces tosco—, de una puesta en escena sólo brillante a ratos y, sobre todo, de una desconcertante ambigüedad moral, muy francesa, especialmente superficial respecto a las relaciones sexuales y amorosas. Por eso no acaba de conmover al espectador la progresiva apertura de la protagonista a los demás ni el supuesto vitalismo que destila la recta final de la película. J. J. M.



SÓLO DIOS PERDONA (Only God Forgives) ** (4)

FICHA TÉCNCA.- Director y guionista: Nicolas Winding Refn. Intérpretes: Ryan Gosling, Kristin Scott Thomas, Tom Burke, Vithaya Pansringarm, Yayaying Rhatha Phongam. Francia-Tailandia-EE.UU.-Suecia. 2013. Thriller. 90 min. Adultos.

Julian (Ryan Gosling) es un silencioso fugitivo de la justicia estadounidense, que dirige un club de boxeo en Bangkok, como tapadera para su negocio de droga. Un día, su hermano Billy (Tom Burke) es brutalmente asesinado a golpes después de que él hubiera masacrado a una joven prostituta. La madre de ambos, Crystal (Kristin Scott Thomas), cabecilla de una gran organización criminal, llega entonces a Bangkok para repatriar a Estados Unidos el desfigurado cuerpo de su hijo favorito. Loca de rabia y de sed de venganza, Crystal exige a Julian la cabeza de los asesinos de su hermano. De modo que él deberá enfrentarse a Chang (Vithaya Pansringarm), un misterioso policía retirado, excelente luchador, conocido como El Ángel de la Venganza, pues intenta acabar con el corrupto inframundo de los prostíbulos y clubs de lucha. El único apoyo del imperturbable joven será Mai (Yayaying Rhatha Phongam), una bella y también silenciosa prostituta, de la que Julian está enamorado.

Después del éxito internacional de la sobrevalorada “Drive”, al danés Nicolas Winding Refn (“Pusher”, “Con las manos ensangrentadas”, “Bronson”, “Valhalla Rising”) se le va totalmente la cabeza en “Sólo Dios perdona”. Se trata de un convencional thriller de venganzas entrecruzadas, con algunas peleas brillantemente coreografiadas al estilo oriental, pero desarrollado sin pies ni cabeza, con un preciosismo visual reiterativo, tedioso y agotador, en el que nunca se distingue lo onírico de lo real. Además, lo trufa de morbosas y ralentizadas secuencias de violencia sanguinolenta —algunas insoportables para cualquiera con un mínimo de sensibilidad— y escenas de sexo enfermizo, en las que incluso juguetea con el incesto y la pedofilia. En fin, un insufrible tostón —sórdido, extremado y vacío por dentro—, que desaprovecha un magnífico reparto, encabezado por el casi siempre brillante Ryan Gosling, esta vez impávido hasta la extenuación…, suya y del espectador. J. J. M.



DON JON ** (4)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Joseph Gordon-Levitt. Intérpretes: Joseph Gordon-Levitt, Scarlett Johansson, Julianne Moore, Tony Danza, Glenne Headly, Brie Larson. EE.UU. 2013. Comedia. 90 min. Adultos.

Jon Martello (Joseph Gordon-Levitt) es un joven católico adicto al sexo en general y, en particular, al porno por Internet. Insatisfecho con su vida, intenta desarrollar algún tipo de dominio de sí. De hecho, todos los domingos se confiesa con su burocrático párroco. Pero no acaba de romper sus malos hábitos, que deshumanizan su apartamento, su coche, su familia, sus amistades y ligues, sus convicciones religiosas... Las relaciones que inicia con dos mujeres muy distintas, la joven Barbara (Scarlett Johansson) y la madura Esther (Julianne Moore), le ofrecerán una nueva oportunidad para cambiar su lamentable existencia.

Con este áspero retrato de un Don Juan contemporáneo, narcisista y patético, debuta como director y guionista de largometrajes el actor californiano Joseph Gordon-Levitt. Y lo hace con bastante frescura narrativa, una sólida dirección de actores y una cierta perspectiva moral, seguramente crítica con el sexo sin amor ni compromiso, y con la deshumanización que supone la pornografía. Incluso cae simpática su visión positiva del sacramento de la Confesión, aunque en realidad no deja de ser un tanto frívola y roza a veces la irreverencia, sobre todo por la falta de verdadero propósito de la enmienda del protagonista.

En todo caso, la película muestra el proceso de degradación y lucha del protagonista de un modo tan descarnado y grosero que sus posibles buenas intenciones se enturbian enormemente, pues algunas secuencias fuertemente obscenas pueden provocar en el espectador la enfermiza morbosidad que quizás pretenden criticar. Tampoco ayuda el tono ligero y hasta divertido de los diálogos, pues también inclinan el filme hacia la superficialidad. J. J. M.

AL FINAL TODOS MUEREN ** (5,5)

FICHA TÉCNICA.- Directores y guionistas: Javier Fesser, Javier Botet, Roberto Pérez Toledo, Pablo Vara y David Galán Galindo. Intérpretes: Javier Botet, Manuela Vellés, Macarena Gómez, Alejandro Albarracín, Andrea Duro, Elisa Mouliaá, Andrea Ros, Miguel Ángel Muñoz, Ismael Fritschi. España. 2013. Ciencia-ficción. 117 min. Adultos.

A pesar de la precariedad de medios con que ha sido rodada, esta película de episodios tiene unos cuantos puntos de interés. El principal es su sugerente punto de partida, que unifica la variedad de géneros de sus segmentos a través de su condición de situaciones extremas y terminales. En efecto, todos ellos se desarrollan en un futuro cercano, cuando un enorme meteorito se aproxima a la Tierra, y los científicos concluyen que provocará la destrucción de nuestro planeta y de la especie humana. Conforme se acerca la hora H, la gente reacciona de diversa manera, intentando encontrar un sentido a sus vidas. El espectador será testigo de cinco de esas historias.

El humor disparatado lo aporta el madrileño Javier Fesser (“El Milagro de P. Tinto”, “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”), que dirige el prólogo y el epílogo, presentados bajo el título “Eternos”, y basados en el cortometraje “I Love You Miss Collins”, de Eduardo García Eyo y Miguel Esteban Díez. Los protagonizan dos colgados astronautas españoles de la Estación Espacial Europea (voces de Javier Coll y Javier Fesser), que se disponen a contemplar el fin de la Tierra desde sus preferentes asientos estratosféricos. Ambas piezas están impregnadas de la hilaridad costumbrista, absurda y un tanto surrealista de los memorables cortos de Fesser “El secdleto de la trompeta” y “Aquel ritmillo”.

El terror malsano lo afronta el singular actor ciudadrealeño Javier Botet (“Star Love”), que dirige, escribe, edita y protagoniza el fragmento “42 días antes del fin del mundo”. En él, un asesino psicópata (Javier Botet) se enfrenta al dilema de finalizar o no su plan maestro, matando a su víctima número 100 (Teresa Soria Ruano). Su sordidez, sanguinolencia y obscenidad devalúan la intensidad dramática de la situación y su sorprendente desenlace.

El toque más sentimental y existencial lo aporta el canario Roberto Pérez Toledo (“Seis puntos sobre Emma”), director, guionista y montador del episodio “Los románticos del fin del mundo”, ambientado 13 días antes del funesto desenlace. En él, varios chicos y chicas (Alejandro Albarracín, Laura Díaz, Andrea Duro, Dani Herrera, David Mora, Andrea Ros, Juan Trueba y Javier Zapata) comprueban en una piscina la epidemia que se está produciendo de románticos empedernidos a la caza desesperada del amor. Aunque abusa de ciertas referencias sexuales zafias y de alguna concesión a la ideología de género, Pérez Toledo toca fibra en los dos bellos romances paralelos de la resolución.

Más convencional y desequilibrado resulta “8 días antes del fin del mundo”, el fragmento escrito y dirigido por Pablo Vara (“DHA: Dos Horas Antes”). Se centra en cinco amigos (Juan Blanco, Manuela Vellés, Miguel Ángel Muñoz, Macarena Gómez y Daniel Pérez Prada) que sufrirán trágicamente la encarnizada batalla de algunos por lograr el acceso a unos supuestos búnkeres que ofrecen la salvación. Aunque parte de un conflicto moral interesante —en torno al instinto de supervivencia—, su narración es confusa y culmina con una tópica ensalada de sangre.

Sin duda, el mejor pasaje de la película es el último antes del epílogo, titulado “El hombre de mañana”, y ambientado tres horas antes del fin del mundo. Justo en ese momento, una chica embarazada (Elisa Mouliaá) intenta dar a luz al último bebé del planeta en una tienda de cómics. Le ayudará el dueño del local (Ismael Fritschi), un friki que se disponía a suicidarse antes de ser abrasado por el meteorito. Escrito, dirigido y editado por el cortometrajista David Galán Galindo (“Curvas”, “Rigor”), goza de una gran solidez narrativa y visual. Galán Galindo también cede a ciertas zafiedades, y se muestra demasiado complaciente con el suicidio; pero compensa en parte esos defectos con un divertido arranque en sencillos dibujos animados, con chispeantes homenajes al cine y a los cómics —sobre todo a los del inglés Alan Moore (Jonathan D. Mellor)—, y con la creación de dos personajes muy entrañables, que protagonizan las secuencias más emocionantes y divertidas de toda la película. Además, dentro de su premeditada ligereza, ofrece una valiente crítica a la cultura del aborto, exalta la maternidad y es el único fragmento que, a su manera, se abre a la trascendencia, y cita a Dios.

Queda así “Al final todos mueren” como una singular rareza, muy irregular en sus calidades narrativas, interpretativas, visuales y musicales, pero con vigorosos destellos de buen cine. Habrá que seguir las trayectorias de sus autores. J. J. M.



DORAEMON Y NOBITA HOLMES EN EL MISTERIOSO MUSEO DEL FUTURO (Doraemon: Nobita no Himitsu Dôgu Museum) —

FICHA TÉCNICA.- Director: Yukiyo Teramoto. Guion: Higashi Shimizu, basado en los cómics y animes de Fujiko F. Fujio. Música: Kan Sawada. Japón. 2013. Fantasía. 104 min. Todos.

“Un buen día, un misterioso ladrón llamado Deluxe arrebata el cascabel a Doraemon mientras duerme. Para localizar el objeto perdido, Doraemon le da a Nobita un traje de detective a lo Sherlock Holmes, con el que reúne las pistas que les llevan a él y a sus amigos al Museo del Futuro, en el siglo XXII. Allí conocen a grandes personajes con grandes secretos... Y una amenaza que sobre ellos se cierne. ¿Conseguirán entre todos recuperar el cascabel y proteger el museo del peligro inminente? ¡No es tan elemental, querido Doraemon!”.

Esta es la sinopsis oficial de esta nueva aventura fílmica de los populares personajes creados en 1970 para el cómic y el anime televisivo por los dibujantes japoneses Fujimoto Hiroshi y Motoo Abiko, presentados bajo el alias común de Fujiko F. Fujio. Por el tráiler, la película parece tan entretenida, divertida, imaginativa e pedagógica comos sus numerosas predecesoras. De modo que hará las delicias de los más pequeños… y también de unos cuantos adultos. J. J. M.



BLACKFISH *** (7)

FICHA TÉCNICA.- Directora: Gabriela Cowperthwaite. Guion: Gabriela Cowperthwaite y Eli B. Despres. Música: Jeff Beal. EE.UU. 2013. Documental. 83 min. Jóvenes.

La orca macho Tilikum fue capturada y separada de su madre en 1983, cerca de las costas de Islandia, Contaba por entonces tres años edad. Después de pasar por diversos parques acuáticos —en los que provocó documentados incidentes, dos de ellos mortales—, alcanzó tal tamaño que fue trasladada al gigantesco SeaWorld de Orlando, Florida, donde se empleó sobre todo como semental. Allí, el 24 de febrero de 2010, Tilikum atacó a su entrenadora Dawn Brancheau, provocando su muerte, aparentemente por ahogamiento. La autopsia reveló que la entrenadora sufrió numerosas fracturas y lesiones graves antes de ahogarse. Era la tercera víctima mortal del cetáceo. Estos hechos provocaron una investigación del Departamento de Salud y Seguridad Laboral del Estado, que acabó en nada pues las autoridades del parque atribuyeron el accidente a una imprudencia de la entrenadora. De modo que Tilikum sigue en el SeaWorld de Orlando. Más del 54% de las orcas que posee la organización SeaWorld en el mundo son descendientes de ella.

Este inquietante documental de la estadounidense Gabriela Cowperthwaite (“City Lax: An Urban Lacrosse Story”) relata estos trágicos hechos y, a partir de ellos, investiga las condiciones de cautividad de ésa y otras orcas, y su posible relación con sus conductas agresivas. También denuncia el sistemático falseamiento y ocultamiento de información relevante por parte de las empresas propietarias de los parques acuáticos, tanto a la opinión pública como a los propios profesionales que trabajan en ellos. Su conclusión es que hay que liberar a Tilikum y, en general, a todas las orcas que viven en cautividad.

Todo esto lo documenta Cowperthwaite con impactantes filmaciones de archivo —algunas espeluznantes—, trascripciones del proceso judicial que desencadenó la muerte de Dawn Brancheau y valiosas declaraciones de biólogos marinos, ex directivos de parque acuáticos, antiguos entrenadores de Tilikum y otras orcas, y hasta familiares de víctimas, como la madre y la novia del español Alexis Martínez, que falleció en 2010 en el tinerfeño Loro Park. No aparecen declaraciones de ningún responsable de la organización SeaWorld, pues todos ellos se negaron a participar en el documental.

La imparcialidad y ponderación de este apabullante material sólo puede juzgarla un especialista en el tema. Y, ciertamente, parecen excesivas algunas de sus declaraciones en torno a la sensibilidad, inteligencia y sociabilidad casi humanas de esos animales, en la línea de las expuestas por Louie Psihoyos en su documental “The Cove” (2009), sobre la sangrienta caza de miles de delfines en el pueblo japonés de Taiji. Aunque, por otro lado, también cabe redescubrir “la fría indiferencia” de una naturaleza dominada por los instintos animales, incluso cuando parece que han sido domesticados o controlados. Así la denominó el alemán Werner Herzog en “Grizzly Man”, su magistral documental sobre el malogrado naturalista estadounidense Timothy Treadwell, que falleció junto con su novia tras ser atacado por uno de los osos con los que convivía desde hacía años.

En todo caso, “Blackfish” obliga al espectador a reflexionar sobre los problemas que plantean los cetáceos en cautividad —y, en general, los animales salvajes— y sobre la relación del ser humano con la naturaleza, eludiendo tanto el extremo tenebroso de películas del estilo de “Orca, la ballena asesina” (1977), de Michael Anderson, como el ingenuo de la saga iniciada por “Liberad a Willy” (1993), de Simon Wincer. Y, desde luego, le mantiene en vilo durante sus 83 densos minutos, pues Cowperthwaite dosifica la información con un vigoroso sentido de la intriga y la tensión dramática y emocional, casi como si su película fuera un thriller de alto voltaje. En cierto modo, quizás lo sea. J. J. M.




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