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Críticas de los estrenos de cine del 30 de mayo

Análisis de los estrenos de cine de esta semana: Jerónimo José Martín comenta “Al filo del mañana”, “Maléfica”, “Hermosa juventud”, “Amor sin control”, “Dos madres perfectas”, “Post Tenebras Lux”, “Todos están muertos”, “Stella cadente”, “Haz de tu vida una obra de arte” y “Dragon Ball Z: La batalla de los dioses”.

Al filo del mañana

Al filo del mañana

cope.escope.es

Tiempo de lectura: 15'Actualizado 09 may 2017

Al filo del mañana (Edge of Tomorrow) *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Doug Liman. Intérpretes: Tom Cruise, Emily Blunt, Brendan Gleeson, Bill Paxton, Charlotte Riley, Lara Pulver, Jonas Armstrong, Lee Asquith-Coe, Tony Way, Kick Gurry, Dragomir Mrsic, Franz Drameh, Deborah Rosan, Natasha Goulden, Jeremy Piven. Guion: Joby Harold, Dante Harper y Christopher McQuarrie, basado en la novela de Hiroshi Sakurazaka. EE.UU. 2014. Ciencia-ficción. 113 min. Jóvenes.

En un futuro cercano, intentan invadir la Tierra los Miméticos, una raza alienígena organizada como una colmena conectada telepáticamente. Tras conquistar sin oposición toda Europa, los ejércitos de todos los países se unen y logran una primera gran victoria en Verdún, gracias a la temeraria actuación de Rita Vrataski (Emily Blunt), de las Fuerzas Especiales. Para sacar partido a ese éxito, llega al cuartel general de Londres el Comandante William Cage (Tom Cruise), un experto en marketing que nunca ha entrado en combate y que ni siquiera ha recibido instrucción. Pero el General Brigham (Brendan Gleeson) destina a Cage a la vanguardia de la ofensiva final contra los Miméticos, y éste muere al poco de desembarcar en Normandía. Para su sorpresa, Cage “resucita” inmediatamente, y repite de nuevo el día que acaba de vivir. Enseguida comprende que ha entrado en un bucle temporal, en el que lucha y muere una y otra vez, pero en el que aprende a combatir contra los alienígenas, y encuentra una manera de eliminarlos. Lo intentará con la ayuda de Rita Vrataski.

Esta película adapta la popular “light novel” —novela juvenil con poco texto y muchas ilustraciones— “All You Need Is Kill”, escrita en 2004 por el japonés Hiroshi Sakurazaka, que aplicó en ella el desarrollo en bucle de los videojuegos, a los que es muy aficionado. Esta falta de originalidad narrativa se agrava por el hecho de que su argumento es una especie de cóctel de “Starship Troopers”, de Paul Verhoeven, y “Atrapado en el tiempo”, de Harold Ramis, similar al que propuso Paul W. S. Anderson en “Resident Evil: Venganza”. Al menos, el guion de Joby Harold, Dante Harper y Christopher McQuarrie desarrolla con agilidad la fórmula, la enriquece con eficaces toques de humor y potencia el fragmentado romance entre Cage y Rita. Aunque, desde luego, no logran evitar cierta confusión narrativa en el tercer acto de la historia, donde se quedan unos cuantos cabos sueltos.

Más sólido es el trabajo tras la cámara del neoyorquino Doug Liman (“Swingers”, “El caso Bourne”, “Sr. y Sra. Smith”), que aprovecha al máximo su ajustado presupuesto de 110 millones de dólares. De este modo, consigue que las batallas resulten espectaculares y tensas —y no sólo repetitivas y aparatosas—, y saca a los personajes unos cuantos brillos dramáticos y cómicos en medio del trepidante maremágnum de efectos visuales y sonoros, todos ellos, por cierto, bastante buenos, tanto en 2D como en 3D estereoscópico. “Al filo del mañana” no aporta mucho al género de ciencia-ficción distópica, y seguramente no pasará a la historia. Pero ofrece un buen entretenimiento, casi sin gruesas concesiones al mal gusto en su tratamiento de la violencia y el sexo, e interpretado con convicción por un notable reparto, muy bien liderado por Tom Cruise —que se resiste con uñas y dientes a dejar de ser una estrella— y por la emergente Emily Blunt, que confirma aquí su versatilidad. J. J. M.

 

Maléfica (Maleficent) *** (6,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Robert Stromberg. Intérpretes: Angelina Jolie, Elle Fanning, Sharlto Copley, Imelda Staunton, Miranda Richardson, Sam Riley, Juno Temple, Lesley Manville, Kenneth Cranham, Peter Capaldi, Ella Purnell, Brenton Thwaites, Christian Wolf-La’Moy. Guion: Linda Woolverton. EE.UU. 2014. Fantasía. 97 min. Jóvenes.

Aunque cabe encontrar antecedentes literarios desde la Edad Media, el relato de la Bella Durmiente se esboza en la novela anónima francesa “Perceforest” (1527), se perfila en el cuento “Sol, Luna y Talia” (1636), del italiano Giambattista Basile, y se consolida con las versiones del francés Charles Perrault —“La Bella Durmiente del Bosque”, 1697— y de los hermanos alemanes Jacob y Wilhelm Grimm: “Little Briar Rose”, 1812. Finalmente, la reina o hada malvada del cuento se convirtió en Maléfica en el clásico de animación “La Bella Durmiente”, producido en 1959 por Walt Disney, dirigido por Clyde Geronimi y en el que la actriz Eleanor Audley puso voz a esa personificación femenina del mal. Se estrena ahora la recreación de la propia historia de Maléfica en imagen real y 3D estereoscópico, aunque con abundantes animaciones digitales.

Maléfica (Isobelle Molloy) es una bellísima niña con un corazón puro y unas asombrosas alas negras. Vive en un idílico bosque mágico, al que nunca entran los humanos. Hasta que un día se interna el Príncipe Stefan (Michael Higgins) un chaval cariñoso e inteligente que se gana el corazón de la ya adolescente Maléfica (Ella Purnell). Pero el destino los separa hasta que, años después, el padre de Stefan, el codicioso Rey Henry (Kenneth Cranham), intenta invadir el Reino Mágico con su poderoso ejército. Pero la ya adulta Maléfica (Angelina Jolie) le frena con decisión, desplegando sus impresionantes poderes, aunque sufre una cruel traición que endurece su corazón hasta convertirlo en piedra. Por eso, cuando el ya Rey Stefan (Sharlto Copley) celebra el nacimiento de su hija, la Princesa Aurora, Maléfica lanza al bebé una terrible maldición, que se cumplirá cuando la niña cumpla dieciséis años.

Lo que más impresiona de “Maléfica” es su imaginativa y apabullante resolución visual, similar a la de “Alicia en el País de las Maravillas”, de Tim Burton, o a la de “Oz, un mundo de fantasía”, de Sam Raimi. De hecho, en ella debuta tras la cámara el estadounidense Robert Stromberg, director artístico de esas dos películas, por la primera de las cuales ganó el Oscar 2011, revalidando el que había obtenido un año antes por “Avatar”. No están al mismo nivel de este impresionante diseño de producción —en el que se nota los 200 millones de dólares de presupuesto— otros apartados del filme, como el guion de Linda Woolverton (“La bella y la bestia”, “El rey león”, “Alicia en el País de las Maravillas”) —a veces, arrítmico e insustancial—, la planificación del propio Stromberg —confusa en varias secuencias— o algunas interpretaciones un punto histriónicas, como la de Sharlto Copley.

De todas formas, Angelina Jolie se luce en todo momento, Elle Fanning le da la réplica muy bien en la piel de Aurora adolescente y el resto del reparto cumple con creces, sobre todo los principales responsables de los contrapuntos humorísticos: Sam Riley —que da vida al sufrido cuervo mutante Diaval— e Imelda Staunton, Juno Temple y Lesley Manville, maravillosas como las tres torpes hadas madrinas de Aurora. Queda así un filme quizás algo tétrico y violento para los más pequeños, pero impresionante en sus paisajes imaginarios, vibrante en sus batallas, fascinante en los vuelos de Maléfica, certero en su dura crítica a la codicia y a la falta de lealtad, y positivo en su elogio del amor a la Naturaleza, la maternidad, el arrepentimiento, el perdón y el poder redentor del amor. J. J. M.

 

Hermosa juventud *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Jaime Rosales. Intérpretes: Ingrid García Jonsson, Carlos Rodríguez, Juanma Calderón, Inma Nieto, Fernando Barona, Torbe, Juanma Calderón, Patricia Mendy, Miguel Guardiola. España. 2014. Drama. 100 min. Adultos.

Tras darse a conocer con la inquietante “Las horas del día”, el barcelonés Jaime Rosales ganó con “La soledad” los Goya 2008 a mejor película, director y actor revelación (José Luis Torrijo). Después dividió a la crítica y ahuyentó al gran público con “Tiro en la cabeza” y “Sueño y silencio”. Ahora presenta su película más comercial, “Hermosa juventud”, en la que transmite una visión muy desencantada de la crisis económica y social en España, similar a la que mostró Fernando León de Aranoa en “Barrio” y “Los lunes al sol”.

Sus protagonistas son Natalia (Ingrid García Jonsson) y Carlos (Carlos Rodríguez), una pareja de enamorados veinteañeros, ambos sin estudios, que luchan por sobrevivir en un barrio del extrarradio de Madrid. Natalia vive con su divorciada madre Dolores (Inma Nieto), su hermano adolescente Pedro (Juanma Calderón) y otra hermana más pequeña. Y Carlos atiende como puede a su madre Rosa (Patricia Mendy), que está enferma y deprimida. Los limitados recursos de ambos les impiden satisfacer sus deseos y ambiciones, no demasiado grandes, pues no albergan grandes esperanzas. Así que, para ganar algo de dinero, deciden rodar una película pornográfica amateur. Como fruto de ella, Natalia se queda embarazada, y llega así la pequeña Julia, que cambia las vidas de Natalia, Carlos y sus respectivas familias.

Como siempre, Jaime Rosales ofrece una puesta en escena depurada, fragmentada y poco convencional, con predominio de las tomas cámara en mano y un recurso audaz al fuera de campo, a los encuadres inclinados y a largas transiciones sin música ni sonido, resueltas con ágiles pantallazos de ordenador que hilvanan vídeos caseros, fotos y mensajes escritos de todo tipo. Además, en esta ocasión, su habitual despliegue formal se pone totalmente al servicio de las naturalísimas interpretaciones de todos los actores —sobre todo de Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez—, que refuerzan el vigoroso hiperrealismo del conjunto.

Sin embargo, esas indudables cualidades visuales e interpretativas se diluyen bastante en un guion demasiado convencional y fatalista en sus tramas secundarias, centradas en las familias y amigos de la pareja protagonista. Ciertamente, la ardua y sacrificada historia de amor entre Natalia y Carlos tiene vigor dramático y entidad moral, sobre todo por su positiva apertura a la vida frente a la tiránica cultura del aborto. Pero no logra compensar plenamente la falta de contrapuntos optimistas de toda la película y, sobre todo, el artificioso y facilón desenlace pesimista, marcado además por un exhibicionismo sexual totalmente innecesario, al que Rosales también recurre en la experiencia porno del primer tercio del filme. Una pena, pues ha creado dos personajes muy entrañables y, para encarnarlos, ha descubierto a dos jóvenes intérpretes con carisma y gran proyección de futuro. J. J. M.

 

Amor sin control (Thanks for Sharing) *** (6)

FICHA TÉCNICA.- Director: Stuart Blumberg. Intérpretes: Tim Robbins, Gwyneth Paltrow, Mark Ruffalo, Joely Richardson, Josh Gad, Pink, Patrick Fugit, Carol Kane. Guion: Stuart Blumberg y Matt Winston. EE.UU. 2012. Tragicomedia. 112 min. Adultos.

Aunque son muy distintos entre sí, Adam (Mark Ruffalo), Mike (Tim Robbins) y Neil (Josh Gad) participan a diario en una novedosa terapia en 12 pasos contra la adicción al sexo, que incluye puestas en común, asesoramiento personal, continencia, prudencia en el uso de la televisión e Internet… y oraciones a Dios. En ese arduo proceso, Mike es el mentor de Adam, y éste el de Neil. Sus esfuerzos son puestos a prueba cuando Adam se enamora de verdad de la bella Phoebe (Gwyneth Paltrow) —y ella, de él—, al mismo tiempo que el descarriado hijo de Mike, Danny (Patrick Fugit), regresa al hogar, y el cutre Neil inicia una singular amistad con la promiscua Dede (Pink), la única chica que asiste a las terapias de grupo.

Después de escribir los guiones de comedias como “Más que amigos”, “La vecina de al lado” o “Los chicos están bien”, el estadounidense Stuart Blumberg debuta como director con esta interesante disección en clave tragicómica de las dramáticas consecuencias de la hipersexualización en las sociedades occidentales. Una banalización del sexo en los medios de comunicación, el cine, la moda, la publicidad, Internet… que provoca adicciones y patologías tremendamente destructivas y autodestructivas, especialmente en cuanto a la afectividad y a la capacidad de amar de las personas, con los consiguientes daños psicológicos, familiares y sociales. En este sentido, “Amor sin control” es como el envés liviano de la durísima “Shame” (2011), de Steve McQueen.

Ese peliagudo fenómeno lo retrata el guion de Stuart Blumberg y Matt Winston con honestidad y cierta hondura, llamando a las cosas por su nombre, sin desdramatizar las tragedias que muestra y elogiando la ayuda mutua, el autodominio, el ejercicio de las virtudes básicas y el apoyo de la religión. Sólo cabe reprochar a Blumberg la excesiva explicitud verbal y visual de algunas escenas sexuales, que acaban cayendo en la misma grosera morbosidad que la película parece denunciar en otros momentos. También acaban cansando algunos gruesos golpes de humor protagonizados por Josh Gad. En cualquier caso, queda una estimable película para adultos, narrada con agilidad y muy bien interpretada por su espléndido reparto, optimista, entretenida, a veces divertida, siempre entrañable y eficaz en su afán de provocar la reflexión en el espectador. J. J. M.

 

Dos madres perfectas (Adore / Two Mothers) ** (4)

FICHA TÉCNICA.- Director: Anne Fontaine. Intérpretes: Naomi Watts, Robin Wright, Xavier Samuel, Ben Mendelsohn, James Frecheville, Sophie Lowe, Jessica Tovey, Gary Sweet. Guion: Christopher Hampton, basado en la novela “Las abuelas”, de Doris Lessing. Francia. 2013. Melodrama. 100 min. Adultos.

Este nuevo melodrama de la luxemburguesa Anne Fontaine (“Nathalie X”, “Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel”) adapta la primera de las novelas cortas que componen “Las abuelas”, escrita en 2003 por la premio Nobel británica Doris Lessing, fallecida el 17 de noviembre de 2013. Relata la historia de Lil (Naomi Watts) y Roz (Robin Wright), íntimas amigas desde la infancia, y ya cerca de la cincuentena, que viven en una pequeña localidad costera australiana. Allí crían solas a sus hijos veinteañeros, Ian (Xavier Samuel) y Tom (James Frecheville), pues Lil es viuda y el marido de Roz, Harold (Ben Mendelsohn), ha aceptado una cátedra universitaria en la lejana Sidney. El buen ambiente que reina entre los cuatro se rompe cuando los apuestos Ian y Tom inician casi a la vez una tórrida relación sexual, cada uno con la madre del otro.

No sé si la culpa es del relato original de Doris Lessing o del guion del británico Christopher Hampton, famoso por sus libretos para películas como “Las amistades peligrosas”, “Mary Reilly” o “Expiación. Más allá de la pasión”. Pero el caso es que “Dos madres perfectas” resulta tan artificiosa y falsa como el título que le han dado en España. A pesar de los denodados esfuerzos de sus dos magníficas actrices protagonistas, en ningún momento resulta creíble la irresponsable actitud de sus personajes, que se dejan llevar por sus impulsos sexuales casi sin lucha ni drama real, entre otras cosas porque el guion —también de un modo muy tosco— se quita de en medio a los esposos de las dos amigas. Tampoco ayudan a dotar de autenticidad a los personajes y a sus conflictos las planas y convencionales interpretaciones de los jóvenes James Frecheville y Xavier Samuel, ni los pedantes y explicativos diálogos que recitan unos y otros de vez en cuando.

En fin, un culebrón apolillado y más bien patético, con pretensiones provocativas y hasta escandalizantes, correcto en su resolución visual, pero narrativamente plúmbeo y postizo, sin perspectiva moral de ningún tipo —como no sea la radicalmente hedonista— y casi ridículo en sus esteticistas escenitas sexuales, dosificadas con cronómetro. J. J. M. 

Post Tenebras Lux ** (5)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Carlos Reygadas. Intérpretes: Adolfo Jiménez Castro, Nathalia Acevedo, Willebaldo Torres, Rut Reygadas, Eleazar Reygadas, Mitsy Ferrand, Joakim Chardonnens, Ander Vérez, José Alberto Sánchez. México. 2012. Drama. 120 min. Adultos.

Juan (Adolfo Jiménez Castro) es un rico industrial que abandona México D.F. y se instala en el campo con su esposa Natalia (Nathalia Acevedo) y sus dos hijos. Piensan que en ese solitario e idílico lugar podrán encontrar un poco de paz en sus vidas. Sin embargo, el matrimonio de Juan y Natalia se resiente por el hastío sexual, los problemas coyunturales de criar a dos niños pequeños y el hecho de vivir en una comunidad en la que se sienten unos extraños. Además, él no logra vencer su adicción a la pornografía en Internet, aunque acude en el pueblo a reuniones de adictos anónimos. Cuando un tremendo suceso se cierne sobre su vida, Juan comienza a reevaluar todo lo que es importante para él, a través de una serie de visiones impactantes de su pasado, su presente y sus posibles futuros.

“Después de las tinieblas, la luz”. Esa es la traducción del título en latín —tomado de un pasaje bíblico, concretamente del Libro de Job— de esta cuarta película del polémico cineasta mexicano Carlos Reygadas (“Japón”, “Batalla en el cielo”, “Luz silenciosa”), con la que ganó el Premio al mejor director en el Festival de Cannes 2012. Como sus anteriores películas, “Post Tenebras Lux” es muy compleja por fuera y por dentro. Por fuera, porque está rodada en formato 4:3 y con distorsión en los extremos de los encuadres, y porque está narrada sin continuidad a través de la yuxtaposición de escenas aparentemente inconexas y de tiempos diversos, muchas hiperrealistas, pero otras oníricas, fantásticas o místicas. Y, por dentro, porque nunca queda muy claro hacia donde se dirige la terrible aventura existencial de los personajes, ni qué papel juega en ella el espeluznante y rojo demonio digital que aparece al principio y al final, portando una caja de herramientas.

Ciertamente, muchas de las caleidoscópicas imágenes de “Post Tenebras Lux” —maravillosamente fotografiadas por Alexis Zabe— provocan belleza, fascinación o inquietud, y permiten emparentar a Reygadas con directores metafísicos como Luis Buñuel, Andrei Tarkovski o Terrence Malick, sobre todo por su recurso permanente a símbolos visuales naturales y artificiales, algunos claros y otros muy crípticos. Sin embargo, en él pesa como una losa la oscuridad de sus propuestas de fondo —en las que hay muchas más tinieblas que luz— y, sobre todo, su insistencia en subrayar la salvaje capacidad de perversión del ser humano, su maldad y su culpa, sin abrir caminos al arrepentimiento ni a la gracia, y cargando la mano en una turbia, sórdida y morbosa representación de la violencia y el sexo, a veces con una crudeza pornográfica. ¿Inteligente provocación espiritual o patológico delirio psicoanalítico? He aquí la cuestión. Exceso, en todo caso. Yo, desde luego, me quedo con Malick, Tarkovski y Buñuel, por ese orden. J. J. M.

Todos están muertos ** (5)

FICHA TÉCNICA.- Directora y guionista: Beatriz Sanchís. Intérpretes: Elena Anaya, Angélica Aragón, Nahuel Pérez Biscayart, Cristian Bernal, Patrick Criado, Macarea García, Patricia Reyes Spíndola. España. 2014. Tragicomedia. 88 min. Jóvenes-adultos.

Madrid, 1996. Pancho (Cristian Bernal) es un inquieto adolescente, huérfano de padre y que odia a su madre Lupe (Elena Anaya), ex estrella del rock en los años 80 del siglo pasado, cuya vida se rompió cuando falleció en un accidente su hermano Diego (Nahuel Pérez Biscayart), con el que formaba el dúo Groenlandia. Desde entonces, Lupe padece agorafobia y vive encerrada en su casa elaborando tartas de manzana que luego vende. Desesperada con ella, su madre, la mexicana Paquita (Angélica Aragón), muy aficionada a la santería, invoca durante la Noche de los Muertos al espíritu de Diego con la ayuda de la también mexicana Doña Rosario (Patricia Reyes Spíndola). Y el difunto Diego se aparece a Lupe —la única que puede verlo y hablar con él— con el objetivo de sacarla de su postración para que pueda ayudar a Pancho, que acaba de hacerse amigo del apuesto Víctor (Patrick Criado).

Premio Especial del Jurado Oficial y del Jurado Joven, Premio a la mejor actriz (Elena Anaya) y Premio a la mejor banda sonora (Akrobats) en el Festival de Málaga 2014, “Todos están muertos” es el primer largometraje como directora y guionista de la cortometrajista valenciana Beatriz Sanchís, pareja sentimental de la actriz Elena Anaya entre 2008 y 2013. Sanchís muestra buena mano en la dirección de actores —todos están bastante bien— y en la creación de una sugestiva atmósfera de realismo mágico, eficaz tanto en sus emotivos pasajes románticos como en sus toques de humor costumbrista o surrealista.

Sin embargo, este brillante envoltorio se muestra demasiado vacío por dentro, pues su recurso a lo sobrenatural a través de la santería carece de verdadera trascendencia religiosa, y sus jugueteos con la homosexualidad y el incesto resultan impostados, ideológicos y complacientes con lo políticamente correcto. Estos enfoques alejan a los personajes del espectador, con la consiguiente pérdida de intensidad narrativa y emocional. Más eficaces resultan los nostálgicos insertos con las viejas canciones del imaginario grupo electro-pop Groenlandía, a través de la que Sanchís homenajea a la Movida Madrileña. J. J. M.

 

Stella cadente (Estel fugaç) * (3,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Luis Miñarro. Intérpretes: Álex Brendemühl, Bárbara Lennie, Lola Dueñas, Lorenzo Balducci, Francesc Garrido, Francesc Orella, Àlex Batllori, Gonzalo Cunill, Jimmy Gimferrer, Rosa Novell. Guion: Sergi Belbel y Luis Miñarro. España. 2014. Drama. 111 min. Adultos.

Supuestamente, esta película del productor y director barcelonés Luis Miñarro (“Familystrip”, “Blow Horn”) describe el efímero reinado en España de Amadeo de Saboya (Álex Brendemühl), entre 1870 y 1873, durante el que el primer Duque de Aosta intentó sin éxito poner en orden y modernizar un país ingobernable. De ahí su título “Stella cadente”, estrella fugaz en italiano. El filme presenta a Amadeo de Saboya perplejo ante la incomprensión que sufre en el exterior, e impotente ante el aislamiento al que le someten los políticos. Así que el llamado Rey Caballero se refugia dentro de su palacio, mientras su corte y él mismo se abandonan a los juegos, el amor, los placeres, la belleza y la melancolía.

Dialogada en catalán, castellano, francés, italiano… “Stella cadente” ha sido definida por Miñarro como “un divertimento” y como “una película libre y delirante que defiende la necesidad de gozo”. Supongo que con lo del divertimento, el delirio y el gozo se refiere a las numerosas escenas sexuales explícitas que incrusta a lo largo del metraje, algunas de ellas larguísimas y muy morbosas. El problema es que no se sabe qué sentido tienen esos desparrames eróticos al lado de la recreación histórica, más allá de hacer una nueva apología del amor libre y la ideología de género como cúspides de la supuesta modernización de España que pretendía el Rey Amadeo.

En cualquier caso, ni esas ni otras salidas de pìsta de Miñarro y su coguionista Sergi Belbel suavizan el aburrimiento que provoca este tedioso ejercicio de estilo, de sugerente planificación, pero pedante en sus numerosas referencias artísticas y literarias, con estridentes anacronismos musicales y que sólo toca fibra verdaderamente dramática en el breve reencuentro de Amadeo de Saboya con su esposa la Reina María Victoria, muy bien interpretada por Bárbara Lennie. J. J. M.

Haz de tu vida una obra de arte * (2)

FICHA TÉCNICA.- Director y guionista: Fernando Merinero. Intérpretes: Ramón Merlo, Luis Hostalot, Isabelle Stoffelm, Daniela Costa, Valle Hidalgo, Enrique Alcides, Jaime Losa, Aitor Merino, Sandra Marchena. España. 2013. Comedia. 89 min. Adultos.

En el toledano castillo de San Servando se celebra un curso de superación personal bajo el título “Haz de tu vida una obra de arte”. Ejerce de maestro y gurú César (Ramón Merlo), un novelista en crisis, al que ayuda Estefanía (Valle Hidalgo), una voluptuosa aspirante a actriz, de oscuro pasado. Participan en las jornadas Óscar (Aitor Merino), un broker con frecuentes diarreas; Plácido (Enrique Alcides), un aspirante a director de cine que trabaja de detective; Candela (Daniela Costa), una joven arquitecta en paro, y Claudia (Isabelle Stoffelm), la presidenta de una cadena de supermercados. Y son testigos del desmadre los dueños del castillo: Lucas (Luis Hostalot), un machista y mujeriego adicto al fútbol, y su recatada esposa Loreto (Sandra Marchena), ya al borde de los cuarenta.

Supongo que, en esta comedia coral, el cineasta madrileño Fernando Merinero (“La novia de Lázaro”, “Un millón de amigos”, “El viaje de Penélope”) ha pretendido hacer una alegoría esperpéntica y surrealista de la lamentable postración de la sociedad española actual, sin horizontes vitales y agarrada a los manuales de autoayuda como a un clavo ardiendo. Pero le ha quedado un indigesto cóctel de casposas obscenidades, cutreces escatológicas, gruesos chistes sin gracia y pomposas citas pseudofilosóficas. Todo ello, articulado en una paupérrima puesta en escena, casi amateur, y en unas interpretaciones muy irregulares, la mayoría de ellas pasadas de rosca. J. J. M

Dragon Ball Z: La batalla de los dioses (Doragon Bôru Zetto: Kami to Kami / Dragon Ball Z: Battle of Gods) ** (4,5)

FICHA TÉCNICA.- Director: Masahiro Hosoda. Guion: Yûsuke Watanabe, basado en los cómics de Akira Toriyama. Japón. 2013. Fantasía. 85 min. Jóvenes.

Algunos años después de la batalla con Majin Buu, Bills, el dios de la destrucción, encargado de mantener el equilibrio del universo, se despierta de un largo sueño. Al escuchar rumores sobre un supersaiyajin que ha vencido a Freezer, Bills parte a la búsqueda de Son Goku. Emocionado por el hecho de que haya aparecido, después de tanto tiempo, un oponente tan poderoso, Goku ignora las advertencias de Kaito y decide enfrentarse a él. Pero se ve impotente ante su abrumador poder. Entonces, Bills se despide con estas inquietantes palabras: “Espero que en la Tierra haya alguien que merezca la pena destruir”. ¿Serán capaces Goku, Vegeta, Gohan y los otros guerreros de la Tierra de detener este poder destructivo sin precedentes?

Toei Animation lanza esta nueva película —un exitazo en Japón— sobre los populares personajes creados en 1984 por el dibujante japonés Akira Toriyama, que hasta el momento han protagonizado 42 mangas, dos largas series televisivas de anime —“Dragon Ball” y “Dragon Ball Z”—, tres especiales televisivos y 17 largometrajes animados. Dirigida esta vez por Masahiro Hosoda (“Los caballeros del Zodíaco”), “Dragon Ball Z: La batalla de los dioses” ofrece varias peleas espectaculares, más o menos bien resueltas por la limitada animación habitual en la saga. Pero el guion de Yusuke Watanabe, además de enormemente episódico, repite la manida fórmula de supervillano que pone a prueba los superpoderes de Goku y sus amigos, y no acaba de integrar bien las bufonadas absurdas —esos elogios a la comida japonesa…— y las cursiladas románticas en la agotadora sucesión de mamporros celestiales. En fin, supongo que gustará a los incondicionales de los mangas y las series, pero torrará al resto de los espectadores. J. J. M.

 

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