En agosto de 2013 se celebraron elecciones primarias y abiertas en Argentina para elegir a los candidatos de las legislativas de otoño. Desde esa fecha hasta el pasado 24 de octubre, la tendencia electoral en Argentina no ha hecho más que afianzarse. Las primarias de hace dos años marcaron el inicio del fin del kichnerismo. Las presidenciales del pasado domingo pasado lo confirmaron. Es verdad que Scioli, candidato del oficialista Frente para la Victoria, y Macri, candidato de Cambiemos, han obtenido un apoyo electoral similar. Es verdad que nadie sabe qué pasará el próximo día 22, pero lo que sí está claro es que los argentinos quieren un cambio que les rescate de la postración a la que el kichnerismo les ha arrastrado. Argentina es hoy un país gobernado por un clan político que el domingo demostró cómo se las gasta cuando se ve sorprendido por la adversidad.Desde hoy hasta el 22 de noviembre, Scioli y Macri tienen como objetivo convencer a los siete millones de argentinos que el domingo pasado optaron por otros candidatos. La batalla será muy dura porque el kichnerismo tiene mucho que perder. Si Macri gana las elecciones, la sociedad le exigirá depurar las estructuras del Estado, luchar contra el narco y recuperar la economía. El desafío está servido y los argentinos han dado ya el primer paso.