La familia de Mónica Ochoa decidió durante el confinamiento que quería cambiar su forma de vida. Cogieron sus maletas y volverion a las raíces para reencontrarse con la naturaleza y que su hija Lola creciera en la plaza de Ollauri. Ella guarda muy buenos recuerdos de su infancia y juventud por las calles del pueblo y busca ese futuro para su hija que ahora tiene tres meses.

Todo comenzó durante el confinamiento, Mónica paseaba por el salón de su piso de Logroño y entendió que serían más felices en una casa, con jardín y vistas. Vivían en Logroño y poco a poco sus pisos de alquiler habían ido alejándose del centro, buscaban calma, tranquilidad.

LA ELECCIÓN DE OLLAURI

Además, pensando en el precio del alquiler que asumían, la balanza también se inclinaba afavor de Ollauri. Reconoce que Logroño ofrece más servicios, eso es innegable, pero nos cuenta que prácticamente ya no hacían uso de esos privilegios y que, con los 40 años en el horizonte, había cambiado su visión de la vida, sus prioridades.

Tampoco hay que olvidar que Logroño está muy cerca, pueden volver a la capital y regresar a su refugio sin ningún problema.

Mónica Ochoa está vinculada al mundo del vino y su trabajo está al lado de su casa, eso es calidad de vida.

Ahora ya no pierde tiempo en desplazamientos. Y su hija Lola irá al cole del pueblo, aquel en el que ella estudió hace ya algunos años. Un centro escolar que ha reabierto después de muchos años esperando niños. Y es que, Ollauri ha acogido a familias jóvenes buscando la vida que ha elegido Mönica. Además, hay otras familias que tienen allí su segunda vivienda así que los fines de semana y el verano tienen mucho ambiente.

Lola tiene tres meses y pasea con su bisabuelo por las calles de Ollauri. Decisiones valientes pero con un colchón seguro, el de las raíces:

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Lola correrá por las calles de Ollauri llenando de vida y risas todos sus rincones.