El 42 Festival de Teatro de Logroño trae al escenario del Teatro Bretón este fin de semana la obra ‘Shock 2. La tormenta y la guerra’, una reflexión sobre nuestra participación en la historia, con actores como Willy Toledo y Alba Flores; y ‘Los remedios’, drama sobre la amistad como respuesta al desconcierto.

El próximo viernes 15 de octubre, a las 19:30 horas, será el turno de ‘Shock 2. La tormenta y la guerra’, que bajo la dirección de Andrés Lima (Premio Nacional de Teatro 2019) inicia su relato en los años 80, con la revolución conservadora capitaneada en Europa por Margaret Thatcher y en EE.UU. por Ronald Reagan, y que culmina en el primer gran shock del siglo XXI: la guerra de Irak.

Un shock en el que, a través de las interpretaciones de actores como Willy Toledo, Antonio Durán ‘Morris’ o Alba Flores se realiza una reflexión sobre en qué medida somos partícipes de nuestra historia.

A medida que avanza la obra, el público se da cuenta de que nuestro presente se ha convertido en una gran tormenta en la que los acontecimientos giran a toda velocidad y nos arrastran, mientras no podemos dejar de intentar responder preguntas universales básicas como quiénes somos o qué vale realmente la vida humana. Así, ‘Shock 2. La tormenta y la guerra’ funciona como una máquina de generar esas preguntas a partir de la presencia, los actos y las palabras de aquellos que han ido escribiendo nuestra historia reciente.

El domingo 17, a las 19:30 horas, la función que se interpretará en el escenario del Teatro Bretón será ‘Los remedios’, de la compañía Exlímite, un drama sobre la amistad como respuesta al desconcierto.

Los remedios es un barrio de Sevilla construido en los años 50, en el que dos amigos de la infancia, interpretados por Pablo Chaves y Fernando Delgado-Hierro, se juntan para tratar de entenderse a base de representarse a ellos mismos, a las personas que marcaron su desarrollo, al contexto social que forjó su identidad.

La obra ‘Los remedios’ es una autoficción que indaga en los orígenes de estos dos amigos, cómo llegan a ser ellos mismos y cómo nace su vocación artística. Más allá de los recuerdos y de la construcción de un relato propio que investiga en el imaginario personal, la pieza trata de establecer un puente entre memoria y presente, explorando las posibilidades que ofrece la escena. El escenario se convierte en un espejo fuera del tiempo y del espacio en el que poder mirarnos a nosotros mismos a través de la ‘encarnación’ o representación de un otro conocido, ensoñado, deformado por la imaginación.