Hoy en día, nuestros movimientos y desplazamientos son menos numerosos y eso hace que nuestro estilo de vida se transforme en un estilo de vida más sedentario. Pero hay un grupo de edad que de por sí, tiene un estilo de vida bastante sedentario, nuestros mayores.

Ahora, con la pandemia de COVID-19 de por medio, y por temor al contagio de ésta u otra enfermedad, se quedan en casa sin realizar ninguna actividad física, desarrollando una más peligrosa si cabe: la fragilidad.

Para saber cómo evitarlo, nos hemos puesto en contacto con Jorge Díaz Sen, educador físico delCentro de entrenamiento y fisioterapia Salud Deportiva Alxen de Logroño.

¿Qué es la fragilidad y como la actividad física puede ayudarnos?

El término fragilidad se define como un síndrome que viene de múltiples causas, pero que se caracteriza por la disminución de fuerza, resistencia y la reducción de la reserva fisiológica que aumenta la vulnerabilidad para sufrir eventos adversos como la discapacidad, que sería la necesidad de ayuda para la realización de actividades básicas de la vida.

Lo que ocurre es que hay un intervalo en la vida, dentro de la vejez, que se conoce como “healthspan”, donde el envejecimiento se produce de manera exitosa, de forma productiva e independiente. El ejercicio y la actividad física nos ayudan a tener una longevidad óptima, entendida como la extensión de la esperanza de vida en un estado de bienestar.

Es importantísimo animar y concienciar de la importancia de la actividad física en edades avanzadas, para mantener un estilo de vida activo, evitar perder movilidad, fuerza y mejorar la autoestima que ayuda a sentirse con más energía. Y, no olvidar que la actividad física ayuda a evitar el deterioro cognitivo también.

¿Qué actividad física podemos realizar?

Según la Organización Mundial de la Salud, recomendamos dedicar 150 minutos semanales totales, es decir, repartir el ejercicio durante toda la semana, de ejercicio moderado. ¿Qué entendemos por este ejercicio?, salir a andar, realizar pequeñas caminatas, evitar quedarse mucho tiempo parado en casa, incluso si nos da un poco de miedo salir o no queremos salir mucho; tratar de moverse en casa y realizar ejercicios suaves de fortalecimiento muscular y movilidad articular, siempre guiados por un especialista del deporte.

Sobre todo, para personas con movilidad reducida, debemos tratar de hacer ejercicio 3 días a la semana para mejor la estabilidad e impedir caídas.

Por último, una de las opciones que más me gustan son las clases colectivas, porque pertenecer a un grupo ayuda mucho al bienestar emocional y cognitivo. A pesar de que tenemos que evitar el contacto, las instalaciones deportivas cumplimos con todos los medios de protección para realizar las clases con total seguridad.