El arte conservado en la Cova Eirós, en el municipio lucense de Triacastela, se encuadra entre las últimas manifestaciones simbólicas de los grupos de cazadores recolectores y muestran que la tradición estilística del arte paleolítico “perduró más allá de las áreas tradicionales, hasta hace 9.500 años”, según informa la Universidade de Santiago de Compostela (USC).

Se trata de “un verdadero Fisterra del arte paleolítico”, en palabras de los investigadores del Grupo de Estudos para a Prehistoria do Noroeste-Arqueloxía, Antigüidade e Territorio (GEPN-AATT) de la USC Ramón Fábregas y Arturo de Lombera Hermida, autores de un nuevo artículo científico, liderado por Marcos García Díez, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, y que también firman Xosé Pedro Rodríguez Álvarez, investigador do Institut Català de Paleoecoloxía Humana i Evolució Social (IPHES)-CERCA y profesor de la Universidade Rovira i Virgili de Tarragona.

El trabajo ahora publicado en la revista Journal of Archeological Sciencie: Reports muestra que las manifestaciones artísticas de la Cova Eirós amplían la distribución geográfica y la continuidad cronológica del arte de tradición figurativa paleolítica.

Esta nueva contribución científica le da continuidad a los trabajos arqueológicos que se vienen realizando desde hace años en la Cova Eirós, yacimiento donde fueron descubiertas en 2011 las primeras pinturas rupestres paleolíticas de Galicia.

Desde entonces, el proyecto arqueológico dirigido por el GEPN-AAT da USC, en colaboración con el IPHES/URV, con actuaciones financiadas por la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia y el Ministerio de Ciencia, ha proporcionado mucha información sobre el arte de los últimos grupos paleolíticos.

Hasta hace pocos años, las manifestaciones artísticas de los últimos grupos de cazadores recolectores se circunscribían a muestras de “arte mueble”, como plaquetas grabadas, relata De Lombera, de modo que el conjunto figurativo de la Covia Eirós, en Triacastela, junto con el de la Cueva Palomera, en Burgos, las convierten en las dos únicas “cavidades de la Península Ibérica con representaciones pictóricas y dataciones del arte del final del Paleolítico”.

Las representaciones de animales en el arte rupestre se distingue por sus características geométricas, formas esquematizadas y estilizadas y rellenos de líneas internas, propias de una tradición simbólica pan-europea conocida como Estilo V, explica este investigador.

El codirector de los trabajos arqueológicos realizados en la Cova Eirós también precisa que esas características técnicas y estílísticas, así como las dataciones del Carbono 14 de las propias pinturas rupestres de la Cova Eirós confirman una antigüedad de unos 9.500 años.