Antonio López Vidal: el sacerdote que renunció a su sueldo de cura para transformar A Fonsagrada
A veces, la historia toma rumbos inesperados, ya que un hombre de fe, comprometido con su vocación religiosa y con el bienestar de sus feligreses, se vio lanzado a la arena política por un giro del destino

Antonio López Vidal, exalcalde de A Fonsagrada
Lugo - Publicado el - Actualizado
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Antonio López Vidal, sacerdote de A Fonsagrada, no solo desafió las convenciones eclesiásticas de su tiempo, sino que se erigió como líder del municipio en una época clave para la modernización de Galicia. Su historia es la de un hombre que conjugó con éxito dos mundos que, en principio, parecían antagónicos, y que, al final, dejó una huella indeleble en la vida de su comunidad.
Antonio López Vidal nació en 1937 en O Padrón, una pequeña localidad de A Fonsagrada, en plena montaña lucense. A lo largo de su vida, Antonio ejerció su labor pastoral en diversas parroquias de la zona, como Cervantes, A Trapa, Veiga de Logares y Carballido, siempre con la convicción de que su misión como cura iba más allá de las paredes de la iglesia, sino en el corazón mismo de la comunidad.
ALCALDE "SIN QUERER"
El año 1979, en el primer proceso electoral democrático en España tras la muerte de Franco, significó un hito histórico no solo para el país, sino para A Fonsagrada, un territorio montañoso que necesitaba urgentemente un impulso hacia la modernidad.
El pueblo, como muchos otros de Galicia, estaba sumido en un estancamiento que impedía su progreso.
Antonio, que siempre se había considerado un "cura de montaña", entendió que, si quería mejorar las condiciones de vida de sus feligreses, debía involucrarse en la política, aunque nunca fue su intención. Su entrada al ámbito político fue fruto de una curiosa circunstancia: aunque no se postuló como candidato, fue inscrito en la lista electoral en la primera posición, tras una nevada que impidió su presencia en la reunión donde se asignaron los puestos.
"Fui alcalde sin querer", recuerda Antonio con una sonrisa, pero sin restarle importancia a lo que vino después.
NO LES PODÍA FALLAR A LOS VECINOS
El sacerdocio y la política no solo se cruzaban en su vida, sino que se oponían en muchos aspectos. A pesar de las reticencias del clero gallego, que incluso llegó a aprobar una norma que prohibía a los sacerdotes ocupar cargos políticos, Antonio decidió seguir adelante. "No quería llevarle la contraria a nadie, pero sabía que lo único que me movía era el deseo de servir a los vecinos", comenta con humildad. Su principal preocupación era el bienestar de los habitantes de A Fonsagrada, y más aún cuando veía cómo la electrificación rural y la mejora de la travesía se quedaban a medio hacer.
EL PROGRESO POR ENCIMA DEL SUELDO DE CURA
Durante dos legislaturas, Antonio no solo se enfrentó a las presiones del obispado, sino también a las tensiones dentro de la propia sociedad. Los obispos gallegos decidieron suspender a los sacerdotes que se implicaran en la política, pero el apoyo de su comunidad y de algunas figuras clave como Fray José Gómez, obispo de Lugo, le permitió continuar con su ministerio sacerdotal pero sin sueldo.
La electrificación rural, que era crucial para las parroquias dispersas en terrenos montañosos, y la travesía, fundamental para conectar A Fonsagrada con el resto de Galicia y Asturias, fueron sus dos grandes proyectos.
A pesar de las dificultades, Antonio no cedió a las presiones. Renunció a su salario como cura para evitar cualquier conflicto de intereses y siguió adelante con los proyectos, que finalmente lograron transformar A Fonsagrada.
La construcción del instituto, la declaración del municipio como zona de acción especial, la mejora de la red de aguas, las 30 viviendas sociales y la creación del mercado son algunos de los logros que se le deben a su gestión.
Fue un visionario que entendió que la política debía estar al servicio de las personas, especialmente de aquellas que, como él, vivían en la montaña.
Finalmente, tras haber logrado sus objetivos, Antonio López renunció a seguir participando en política, sintiendo que había cumplido con su misión. Pero su legado perdura. Hace unos días, la corporación municipal de A Fonsagrada le rendía homenaje con el más alto galardón, el Butelo de Ouro, que recibirá junto a otro gran artífice de su tiempo, Álvaro Touza, quien también jugó un papel crucial en la creación del instituto. Ambos recibirán el reconocimiento el 23 de febrero, en la XXVIII edición de la Feira do Butelo, un acto que no solo celebra su contribución a la comunidad, sino también la historia de una época que marcó el rumbo de A Fonsagrada.
EL "BUTELO DE OURO", un MERECIDO HOMENAJE

Antonio López/ Butelo de Ouro 2025
Antonio, fiel a su humildad, acepta el galardón no solo porque reconoce la importancia de la labor de Álvaro, sino también porque su familia le animó a recibir el reconocimiento. En sus palabras, sin ceremonias ni grandes celebraciones, Antonio afirma: "Si no fuera por ellos, no lo habría aceptado". Para él, el mayor premio siempre ha sido el haber servido a su comunidad, sin importar las dificultades ni los sacrificios que haya tenido que hacer.
El Butelo de Ouro es, sin duda, un reconocimiento merecido para un hombre que fue mucho más que un cura, mucho más que un alcalde, y mucho más que un político: fue un hombre de servicio, un hombre que, por casualidad, supo transformar su tiempo y su pueblo.
En esta ocasión, Miguel Álvarez, otro cura "da Montaña", nos facilitó el audio de la entrevista con Antonio López, el primer alcalde democrático de A Fonsagrada y condecorado con el Butelo de Ouro, cuyo trabajo está publicado íntegramente en sus redes sociales como un homenaje a tan singular y esencial figura de la vida fonsagradina.