El dato lo leíamos hoy en El Ideal Gallego. El número de vecinos extranjeros en la ciudad se incrementó en un 11% en 2019 en la ciudad. Hay casi 13.000 vecinos censados que no son españoles, 1300 más que el año anterior. Más de la mitad son de América. Y destaca, especialmente, una procedencia: Venezuela. El número de venezolanos que llegó a la ciudad aumentó un 57%, debido a la situación del país.

Ciudadanos extranjeros que montan aquí una nueva vida, la mayor parte de las veces, desde cero. Y que ves, todos los días, en la Avenida do Porto, al lado de la retención matinal de tráfico. Cada mañana, decenas de personas hacen una interminable cola frente a la Oficina de Extranjería de la Policía Nacional para poder iniciar o completar los trámites para regularizar la situación.

Solo las solicitudes de asilo tienen cita previa, pero el resto de papeleo requiere de echar horas frente a las dependencias de la Policía Nacional, que abren a las nueve de la mañana. Es la única forma para asegurar poder tramitar una residencia o una tarjeta de identificación, por ejemplo, en el mismo día.

GEORGE MICHAEL, FABIANA, LUCAS

La cola de la mañana es un hervidero de idiomas diferentes. Pero también de mucho acento sudamericano. El primero de la cola, hoy, es George Michael. Tiene 23 años y es de Venezuela. Lleva desde las cinco de la mañana y es la tercera vez que tiene que venir aquí. Afortunadamente, la última, porque hoy llevaba los últimos papeles para completar su permiso de residencia después de un año y tres meses en España. Este trabajador de hostelería lo celebrará con “unas cañas” después de dormir “unas horitas” tras el gran madrugón.

Un poco más atrás están María y Fabiana. También venezolanas. “Ya todo el mundo sabe cómo está allá”. Ayer llegaron a las siete de la mañana y, tres personas por delante, dejaron de repartir los números para poder entrar. A ambas les denegaron el asilo, y ahora comienzan el proceso de petición de residencia humanitaria. María señala que al principio trabajó en negro durante 9 meses, pero desde febrero de 2018, tiene contratos de trabajo.

Lucas, de Argentina, está a su lado y también trabajó en negro en los primeros momentos. Él y su mujer tienen arraigo familiar, porque su hija nació en España. Ya les llegó el permiso de trabajo y ahora tienen que hacer el NIE (Número de Identidad de Extranjero). Entre los últimos de la fila estaba Euris, dominicano. Trabaja en el puerto importando pescado y le han dado la residencia tras cinco meses en España. Si hoy consigue entrar, ya anuncia sus planes de vida: “trabajar duro”.

Cerca de él, un chico reparte una hoja de publicidad, llena de faltas de ortografía: "Asesoría de Extrangería, abogados y traduciones, confía em quem realmente entende" (SIC)  Hasta la espera para los trámites es una oportunidad de negocio. 

LAS RAZONES DE LA COLA INTERMINABLE

¿Por qué se da esta situación tan poco del siglo XXI? Hay varios factores. Uno, el incremento de solicitudes de asilo, que constata el Sindicato Unificado de Policía (SUP). Otro, que trámites que antes se hacían en la Subdelegación del Gobierno de A Coruña los asume desde hace un tiempo esta unidad del 091.

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La unidad encargada de extranjería se ha reforzado recientemente con tres funcionarios más pero no evitan las colas, según apunta Sandra Castro, del SUP. La única manera para solucionar la situación es poner en marcha un servicio de cita previa como el DNI electrónico, que en su momento evitó las esperas para tramitar este documento. Fuentes del cuerpo policial indican que la media de atención diaria en la oficina de extranjería es de 130 personas