La escena recurrente que presencia la dueña de una pulpería histórica de A Coruña que afecta de lleno a su negocio: "Insoportable"

Es uno de esos negocios de toda la vida. La Pulpeira de Lola, antiguamente conocida como la de Melide, abrió hace más de medio siglo en un bajo de la Ronda de Outeiro, en A Coruña. Antiguamente conocida como la de Melide, es una de las opciones disponibles en ese distrito comercial, pero también pulpeiro, de Os Mallos.

Calidad inmejorable, atención de diez. Producto, del mejor de Galicia. Pero un problema que arrastran desde hace años, que está a un paso de este templo del pulpo.

 Un foco de conflicto permanente  

Justo al lado de la pulpeira se encuentra un ultramarinos que se ha convertido en punto de encuentro para un grupo de personas conflictivas. Lucía Martínez, gerente del local, describe una escena diaria de trapicheos, peleas y robos a viandantes. " Hay peleas casi todos los días, son gente bastante agresiva, es super incívica, orinan en la calle, consumen y pasan sustancias delante de todo el mundo a plena luz", relata. 

La situación les obliga a advertir a sus clientes: "Tenemos que estar avisando a los clientes constantemente de que guarden los teléfonos, los bolsos, nos da un poco de palo, en verdad, un poco de vergüenza" pero a no se quieren arriesgar "a que pase algo" en relación a su clientela. Porque todos los días "pasa algo",  es como una película, en realidad, "una película de terror".

“Me da más rabia que pena”

Lucía lleva una década al frente de la pulpeira y asegura que los últimos seis años han sido de una "tensión insoportable". Como vecina del barrio de toda la vida, que acudía al local como clienta desde niña, vive la degradación de la zona con especial dolor. "Soy del barrio de toda la vida, como mis padres y mis abuelos" y, por ello, le da "rabia más que pena, me da rabia porque ya no vives tranquilo", confiesa. 

La inseguridad ha escalado a un nivel que considera intolerable: "Le dan tirones a gente mayor, es horrible".  Llama la atención que "los delincuentes siempre estuvieron en los callejones y ahora en plena ronda de Outeiro, que es la entrada de A Coruña, todo el mundo que entra en coche ve esto, y que se esté permitiendo no es muy normal".

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La clientela, entre la fidelidad y el miedo

A pesar de todo, la pulpeira cuenta con una clientela muy fiel que conoce la situación. "La mayoría de la gente ya no le importa porque son también del barrio, son clientes que llevan 50 años viniendo", explica Lucía. Sin embargo, el temor por la seguridad de los más vulnerables es constante. "Tenemos muchísima clientela bastante mayor y son el objetivo, sobre todo de los robos o las intimidaciones", lamenta.

Los clientes más jóvenes, por su parte, a menudo ironizan sobre la situación: "Nos comenta siempre en plan, Dios mío, "comida con espectáculo", hacen bromas, ¿sabes?". La propia gerente admite que, si no trabajase allí, se pensaría dos veces el acudir como clienta, hasta el punto de que a veces evita pasar por su propia acera "para no cruzarme con nadie de esta gente, porque están diez personas, once, doce, trece... o sea,  pandillas grandes y te dicen cosas o se están peleando. Es incómodo y violento".

El origen del problema, un edificio cercano

La solución no parece sencilla. Según explica Lucía, el foco de los problemas radica en un edificio cercano donde residen numerosas personas drogodependientes en condiciones muy precarias. "A meter a 20, 25 personas a compartir pisos en un edificio, si todas son conflictivas, pues imagínate lo que pasa", razona. 

Denuncia la falta de control y las pésimas condiciones de la vivienda.  "Viven en condiciones horripilantes. El los pisos no sé cómo están, pero el portal hasta hace tres días no tenía ni puerta y entra más gente de la que vive", relata. 

Frente común para mejorar el barrio

Aunque en los últimos tiempos la vigilancia policial ha aumentado, el problema es recurrente. Ahora, cnsados de la situación, los vecinos y comerciantes de Os Mallos han decidido unirse para buscar soluciones. 

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"Nos hemos movido más con los vecinos y con el resto de locales de la zona, nos hemos reunido con políticos y hemos hecho lo que hemos podido para que lo lleven a pleno y nos echen un cable", afirma Lucía. Un esfuerzo conjunto para atajar un punto negro que empaña la vida de un barrio histórico con ganas de recuperar el ambiente familiar y seguro que siempre lo caracterizó.