Otra semana de tensión para el deportivismo. La derrota del equipo coruñés en el Nuevo Ganzábal ante el Langreo (1-0) provoca que el margen que tenía en la clasificación haya desaparecido y que el partido del domingo en Riazor frente al Numancia vuelva a ser vital. Otra vez en el alambre.

El conjunto de Rubén de la Barrera sigue líder, pero con sólo un punto de ventaja sobre los sorianos y dos sobre un Racing de Ferrol que recibe en A Malata al Marino de Luanco. Los dos primeros logran la permanencia y jugarían la próxima temporada en la Primera División de la Federación. El resto, descienden y bajan a Segunda RFEF, la cuarta categoría del fútbol español.

“Es muy importante pero también lo iba a ser aunque el resultados fuese otro. En caso de empate o de victoria nuestra, el partido ante el Numancia iba a ser fundamental, en este caso para lograr las cosas de manera más rápida. Toca levantarse y preparar lo que viene como hay que hacerlo”, reflexiona el entrenador. De la Barrera trabaja para que el palo de decir adiós al ascenso a las primeras de cambio no afecte en la mentalidad del grupo. Hay mucho en juego para el club pero el técnico intenta hacerle ver a sus jugadores que también ellos se la juegan, que de la imagen de este final de curso puede depender su futuro, en A Coruña o en otro sitio.

Después de cuatro victorias seguidas, el Dépor perdió. Como la temporada es tan mala, ni siquiera esos doce puntos de doce posibles le han valido para estar tranquilos. El primer tropiezo te coloca de nuevo al borde del abismo. Quedan cuatro partidos para conoce el futuro del equipo, para saber si, como dijo Álex Bergantiños, se “minimizan daños” o el fracaso aumenta y terminas con un nuevo descenso, que colocaría al Deportivo a dos categorías de regresar al fútbol profesional.