Javier Andrés tiene una dilatada trayectoria en el mundo de la gastronomía y principalmente con el mundo de la sala; en 2014 recibió el premio de sala de la Academia de Gastronomía Valenciana, en ese mismo año también se le otorgó el premio GastroCOPE a la mejor dirección de sala y en el año 2015 revalida su prestigio recibiendo el premio de la mano de la Academia Nacional de Gastronomía.

Menos mal que somos resilientes

Como amante de la gastronomía, el servicio de sala y el buen hacer emprendió junto a su familia la gestión de uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Valencia, Veles e Vents, con una triple propuesta gastronómica apta para todos los públicos. Tanto turistas como valencianos disfrutamos de la La Sucursal, Malabar y la Marítima.

Consciente de la importancia del turismo gastronómico y de la necesidad de mimar a los valencianos gastronómicamente hablando Javier Andrés vuelca sus esfuerzos en Veles e Vents pese a las restricciones que se anunciaron el pasado viernes y que supuso otro duro mazazo para los hosteleros en general. "Menos mal que somos resilientes", afirma.

Javier es consciente que con estas medidas "no son sólo una hora, trastocas el horario habitual de cena de los clientes, los eventos se tendrán que rehacer deprisa y corriendo y nos trastoca todo en general. Vamos acumulando noticias negativas y ahora este mazazo a un sector que ha hecho todo lo posibles por cumplir la normativa, por inculcar a la clientela la seguridad y todo ocurre realmente cuando se cierran las persianas. Solo espero que con la misma eficacia que se han aplicado las medidas se aplique el rescate."

En cuanto a la premura con la que la Generalitat ha aplicado las medidas, Javier reconoce que nunca había ocurrido algo así. "En 24 horas tenemos que rehacer, horarios, plantillas y reservas. De hecho el sábado tuvimos un evento que tuvimos que rehacer en menos de 24 horas y un evento como este lleva muchísimo trabajo".

Tanto es así que en menos de un día el grupo La Sucursal ha tenido que rehacer, el número de mesas, la ubicación de los invitados, los horarios, la plantilla y hacer de psicólogos con unos novios que llevaban más de dos años aplazando su boda y a un día de la ceremonia se encontraron con estas restricciones. "Seguimos trabajando en el futuro y pensando que este pasará, ese es el mensaje que tiene que quedar", concluye Javier Andrés.