La cílix y el 'tresoret' han recibido un total de 15.715 visitantes desde el pasado 11 de noviembre, cuando llegaron procedentes del Museo de Bellas Artes de Castelló para ser expuestos como parte de la muestra permanente del Mucbe «Terra d'ibers».

Además del público general que ha visitado el museo, buena parte del público que ha podido contemplar las piezas durante estos casi cinco meses son grupos escolares que han acudido diariamente al Mucbe, con una media de dos grupos cada día, para participar en las visitas guiadas y talleres que el museo ha organizado alrededor de estos elementos.

La mayoría de los estudiantes proceden de centros educativos de Benicarló, tanto de primaria como de secundaria, pero también de Vinaròs y de Peñíscola, y continuarán acudiendo hasta final de curso, concretamente hasta el 9 de junio, cuando la cílix y el tresoret, las piezas arqueológicas más emblemáticas del patrimonio de Benicarló, volverán a su emplazamiento habitual, el Museo de Bellas Artes de Castelló.

Hay que recordar que la Dirección General de Cultura y Patrimonio autorizó la cesión temporal de la cílix y el tresoret al Mucbe para exhibirlos en el marco de la exposición permanente 'Terra d'ibers'. El préstamo, para un plazo de siete meses, está permitiendo a los benicarlandos y benicarlandas y también a turistas y gente de toda la comarca, disfrutar del patrimonio cultural y de las tradiciones y rituales de los iberos.

La cílix, atribuida al pintor de Penthesilea, es una copa griega que contiene en el interior un medallón central con una pareja, mientras que en el exterior se pueden ver dos escenas con cinco figuras cada una. Servía para beber vino de forma comunitaria y tenía, probablemente, una función de carácter ritual. Tiene un diámetro de 470 mm y una altura de 112 mm y está datada del siglo V aC.

En cuanto al llamado tresoret, es un conjunto de piezas de joyería u ornamento personal que formaban parte de un depósito ritual: un pasador bicónico de oro, dos pares de pendientes y un brazalete abierto de plata. Las piezas, que pertenecían con toda probabilidad a una mujer de la alta sociedad, fueron localizadas todas juntas en una de las paredes de las casas del poblado del Puig de la Nau y también están datadas del siglo V aC.