Los ciudadanos no están familiarizados con la declaración de emergencia climática que el Ayuntamiento de Barcelona anunciará esta tarde, que, entre otras cosas, acuña diferentes medidas como la restricción del tránsito para los vehículos más contaminantes, la multiplicación de energía solar en edificios privados o fomentar la rehabilitación energética de edificios de vivienda.

Los barceloneses nos dicen que saben poco, o nada, sobre el carrusel de normas que el consistorio va a imponer a todos los ciudadanos. Sobre el tema más polémico -la circulación de los vehículos- subrayan que por una parte se pueden apreciar aspectos positivos en lo que respecta al objetivo de reducir emisiones pero se muestran reticentes porque este paquete de medidas supone restringir el libre tránsito de las personas.

De momento, y estando la medida mencionada vigente desde el 2 de enero, el tránsito en la ciudad ha bajado un 2.4%, no es una reducción notoria pero desde el consistorio barcelonés confían en que esta cifra baje a partir de abril cuando ya se podrá sancionar a todos aquellos vehículos que no cumplan con los requisitos, y se calcula que pueden ser unos 50.000.

En lo que respecta a la polémica suscitada por los comunes sobre la supresión del puente aéreo entre Barcelona y Madrid, los catalanes no entienden que una vía que representa casi el 20% de la actividad del Prat y es usada por 2.3 millones de personas al año - en2019 - reciba tal acoso por parte de la alcaldesa.