A día de hoy no hay nadie en Lleida que no conozca a Pablo Hasél. Personalmente o de oídas, pero el rapero se ha convertido en su vecino más mediático tras los sucesos de los últimos días. Lo que ha sorprendido, en una ciudad mediana, tranquila y donde todo el mundo más o menos se conoce, es el nivel de protestas y violencia tras finalizar la manifestación en contra de su excarcelación.

En la noche del martes, la ciudad se preparaba para ver en los salones de casas el Barça- PSG, mientras en sus calles más céntricas se desencadenaba una batalla campal, tan inesperada como agresiva. El problema surgió en las últimas filas de la manifestación, cuando los radicales no llegaban a la Subdelegación del Gobierno Central, tomada por los Mossos, la emprendieron con los agentes de la Policía Local. La Guardia Urbana estaba regulando el tráfico, cortando la circulación, para proteger a unos manifestantes que les atacaron violentamente. Agresiones físicas, lanzamiento de adoquines y piedras, botellas, quemas de sus motos; un escenario de terror con 6 agentes heridos, 3 de los cuales necesitaron ingreso hospitalario

Jordi es un agente de la Guardia Urbana. No tenía turno de tarde, pero ante el cariz de los acontecimientos y las llamadas de socorro de sus compañeros fue a trabajar" me encontré con una situación nunca vista. Cuando acorralaran al inspector, temíamos por su vida. Fueron 4 compañeros a socorrerle y sufrieron pedradas y golpes. La tensión fue máxima". 6 agentes de la Guardia Urbana resultaron heridos, y 3 de ellos necesitaron ingreso en el Hospital Arnau de Vilanova a causa de las heridas" tenían los brazos y piernas machacados por las piedras. Menos mal de los cascos y el chaleco que evitó males mayores", explica Jordi.

Esta tarde hay una nueva manifestación, que acabará en la cárcel. Se prevé un dispositivo policial amplio para evitar los disturbios de ayer que alteraron la habitual tranquilidad de la ciudad.