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El curioso origen de la expresión "hacer la pelota" que desconoces

Alfred López es divulgador científico y cada lunes nos explica tres curiosidades en la Linterna Catalunya.

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Alfred LópezLa Linterna CatalunyaBarcelona

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 20:26

Alfred López es divulgador científico y autor de la saga de libros de curiosidades "ya está el listo que todo lo sabe". Cada lunes nos explica tres curiosidades en La Linterna Catalunya. Estas son las tres de hoy.

¿De dónde surge llamar ‘panacea’ al remedio medicinal al que se le atribuye curar diversas enfermedades?

Numerosos son los escritos antiguos en los que se relata cómo los alquimistas estaban en una continua búsqueda del remedio, ungüento o medicamento ideal que curase todas las enfermedades, el cual acuñaron como ‘Panacea universal’.

El término ‘panacea’, con el que se conoce a aquellos medicamentos o remedios a los que se les atribuye la eficacia de curar diversas enfermedades (no quiere decir que realmente la tenga), proviene de la Mitología Griega.

En ella se explica la historia de Asclepio, Dios griego de la medicina, quien tenía varios hijos e hijas (deidades menores) a las que se les había dotado de un don específico. Una de ellas era Higia a quien se le atribuía curar a través de la limpieza e higiene (dando origen su nombre al término higiene); otras de las descendientes eran Aceso y Yaso (quienes se ocupaban del proceso y la curación, respectivamente); Egle era la encargada del buen aspecto cuando se tiene buena salud y Panacea a la que se encomendó crear remedios para curar las enfermedades.

El nombre Panacea (en griego ‘Panákeia’) significa literalmente ‘la que lo cura todo’ y está compuesto por ‘pan’ (todo) y ‘akos’ (remedio).

El curioso origen de la expresión ‘hacer la pelota’ (como sinónimo de adular a alguien con el fin de conseguir algo)

Estamos acostumbrados a utilizar a expresión ‘hacer la pelota’ (y sus múltiples variantes) para indicar que alguien está adulando a otra persona con unos claros fines interesados para conseguir algo o ganarse los favores de éste (dinero, un ascenso, un día de fiesta…).

Es bastante común encontrar en todas las oficinas o puestos de trabajo a alguien que adula desproporcionadamente a su superior y al que comúnmente se le conoce como pelota.

Lo curioso es el origen de la acción de hacer la pelota y que derivó en la expresión, ya que proviene de los ambientes de la prostitución callejera.

Antiguamente las prostitutas también eran conocidas con el término ‘pelota’ (y así lo recoge aún hoy en día el Diccionario de la RAE en su 8ª acepción), No se sabe a ciencia cierta por qué se les llamaba así, aunque parece ser que era porque las prostitutas iban pasando de mano en mano de los diferentes clientes.

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Cuando una de estas ‘pelotas’ andaba a la búsqueda de un cliente adulaba a los viandantes que por allí pasaban, esperando que sus palabras lo convenciera y poder hacer un servicio sexual a cambio de unas monedas. También sabían que cuanto mayor fuera la lisonja que le hicieran, mayor sería el estado de satisfacción del usuario de sus servicios y mejor la retribución.

De ahí que al acto de adular a alguien, con intención de conseguir algo, acabara siendo denominado como ‘hacer la pelota’ en clara referencia a lo que hacían las prostitutas (pelotas) con los clientes.

El origen de la expresión ‘Arrieros somos y en el camino nos encontraremos’

Se conoce como ‘arrieros’ a aquellas personas que se ganaban la vida llevando mercancías de un lugar a otro mediante animales de carga. La etimología del término proviene del vocablo ‘arre’ que es la exclamación con las que se alentaba a los animales a echar a andar o aligerar el paso.

Los arrieros solían ir de una población a otra llevando sus artículos y mercaderías con la intención de venderlos (ya fuera a comerciantes locales o en algún mercadillo callejero), por lo que la competencia entre ellos solía ser grande.

Muchas eran las ocasiones en las que un arriero no había podido cerrar un trato a causa de que otro se le había adelantado o había hecho algún tipo de triquiñuela que dificultaba una venta.

Conocedores de que los problemas y disputas no debían ser tratados en público (debido a que eso perjudicaría su imagen para futuras transacciones) arreglaban sus afrentas lejos de las poblaciones, utilizándose en tono de advertencia la expresión ‘Arrieros somos y en el camino nos encontraremos’, que vendría a ser un ‘Ya nos veremos tu yo’, ‘Ya ajustaremos cuentas…’.

Cabe destacar que en algunas ocasiones la frase podría no haberse dicho como advertencia ante una afrenta sino con el sentido de que si entre ellos se ayudaban (cuando uno estuviera en una dificultad) el otro haría lo propio en otra ocasión (algo así como ‘hoy por ti y mañana por mí), aunque este otro sentido no está respaldado por la mayoría de expertos e historiadores.

Es común encontrarse esta misma expresión en el modo ‘Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos’ e incluso con un simple ‘Arrieros/arrieritos somos…’

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