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"Creemos en la igualdad y la dignidad de las personas"

Carta Pastoral del Obispo de Zamora en la Campaña de Manos Unidas

manos unidas

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 10:16

Muy queridos hermanos en el Señor Jesucristo:

Quiero invitaros a remontarnos a mediados del pasado siglo XX, no con un afán nostálgico sino como memoria agradecida, para recordar el manifiesto de la Unión de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), que acogiendo la petición apremiante de la FAO ante las decenas de millones de hombres y mujeres que no podían alimentarse, y movida por una fe hecha caridad creativa y valiente, se atrevió a “declarar la guerra al hambre”. Este llamamiento encontró eco en un grupo de las mujeres de la Acción Católica española, quienes, el año 1959, decidieron promover una Campaña con el fin de hacer frente a las tres “hambres” humanas: hambre de pan, hambre de cultura y hambre de Dios.

Para combatir el “hambre de pan” iniciaron, ya hace sesenta años, la “Campaña contra el Hambre”, que con el discurrir del tiempo tomó el nombre de “Manos Unidas”, la cual hoy es, conjuntamente, la Asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo en los países del Sur y una Organización no Gubernamental para el Desarrollo, constituida por voluntarios, seglar, sin ánimo de lucro y de carácter benéfico. Esta solidaria Organización se ha extendido por toda la geografía hispana, estando presente y actuante en Zamora por la Delegación Diocesana de Manos Unidas, cuyo abnegado, esperanzado y fructífero trabajo se despliega durante de todo el año por la generosidad de sus miembros.

Este breve repaso a la trayectoria de Manos Unidas nos ha de estimular, no sólo a admirar y elogiar la abundante labor humanitaria que ha conseguido promover a favor de muchísimos hombres y mujeres de los países en vías de desarrollo, para ofrecerles el acceso a los bienes y a los derechos más fundamentales. Sino también nos ha de motivar, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a involucrarnos esforzadamente con Manos Unidas para que sus objetivos continúen alcanzándose. Ya que su acreditada labor realizada nos garantiza que los proyectos solidarios que pretende se cumplen, como así ha acontecido en muchos lugares de África, América y Asia, posibilitando que familias, agrupaciones humanas y poblaciones hayan visto cómo su vida experimentaba una mayor justicia de la que carecían. Por lo cual Manos Unidas ha aportado dignidad de vida a favor de las personas en exclusión, acompañando y apoyando procesos de desarrollo agrícola, sanitario, educativo, social y de promoción de las mujeres, probando con hechos su apuesta firme por los derechos humanos.

Como celebración de estos Sesenta Años de concienciación social y de acción solidaria, Manos Unidas quiere reforzar su trabajo, incidiendo durante el Trienio 2019 a 2021 en la mayor implantación de los Derechos Humanos, especialmente entre las personas más pobres y vulnerables. Para esto trabajará a favor del derecho a una vida digna que incluye el derecho a la alimentación, guiándose por este ideal: “Promoviendo los derechos con hechos”.

Para la Campaña de este año Manos Unidas ha escogido como lema esta convicción que la identifica y compromete: “Creemos en la igualdad y la dignidad de las personas”. Esto significa esforzarse en su universalidad, así como en su indivisibilidad, o sea, que todos los seres humanos debemos disfrutar de ellos y no se puede prescindir de ninguno, y en su exigibilidad, ya que actualmente hay muchos hombres y mujeres que no pueden reclamarlos.

Gracias a su labor de concienciación nos da a conocer estos datos escandalosos de la vigencia de la pobreza en nuestro mundo, ya que actualmente 821 millones de personas pasan hambre, es decir, uno de cada nueve habitantes del planeta. Casi la mitad de la población mundial carece de acceso a los servicios básicos de salud, alrededor de 100 millones de personas se ven abocadas a la pobreza extrema por pagar los servicios básicos de salud y más 800 millones de personas gastan al menos el 10% de su presupuesto familiar para cuidar la salud. Además mueren al día 18.000 personas debido a la contaminación atmosférica. En torno a 263 millones de niños y jóvenes no están escolarizados. Unos 1.800 millones de personas carecen de acceso a un agua de calidad y casi 2.400 millones no disponen de saneamiento. Por lo cual, ante esta dramática realidad, es necesario que identifiquemos sus causas, muchas debidas a comportamientos humanos: el abuso de los recursos de los pueblos; el acaparamiento de los bienes esenciales, como la tierra y el agua; los hábitos de consumo y derroche de una parte de la población más acomodada; y un modelo de desarrollo excluyente que no tiene en cuenta las legítimas necesidades de la mayoría de los seres humanos.

Iluminada por el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, Manos Unidas quiere hacer frente a esta situación de desigualdad y de menosprecio de la dignidad humana, para lo cual pretende contribuir al “derecho al desarrollo” interviniendo con mayor énfasis en estos campos: el derecho a la educación, el derecho a la salud, la igualdad de derechos y empoderamiento de las mujeres, el derecho a la alimentación, y la educación para el desarrollo, buscando el cambio personal y la transformación social que alcancen un mundo más justo, lo cual supone asumir un modelo de consumo responsable, ecológico y solidario.

Convencido de que somos muchos, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad zamoranas, quienes “creemos en la igualdad y en la dignidad de las personas”, os dirijo mi llamamiento para que nos unamos a Manos Unidas, colaborando generosamente en las diversas acciones que promoverá, para que los proyectos que nuestra Delegación ha asumido en la presente Campaña: la Mejora de las condiciones educativas en una Escuela primaria en Kikonka (R. D. del Congo), la Promoción de agricultura sostenible para familias campesinas en El Salvador y la Mejora de asistencia sanitaria de mujeres durante el embarazo y postparto en Etiopía, cuenten con los medios suficientes para lograrse. A la vez os propongo integrarnos comprometidamente en su vida, acrecentando con nuestro apoyo el grupo de sus socios o voluntarios, ya que uniendo nuestras manos a las de otros germinaremos la justicia.

+ Gregorio Martínez Sacristán

Obispo de Zamora

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