“Entenderlo y que empaticéis con nosotros”. Es la petición que ha hecho Sebastián Nogales, víctima de ETA, tras reunirse con el presidente de las Cortes de Castilla y León, Luis Fuentes, quien se ha comprometido a trasladar a la Junta y a los partidos con representación en el Parlamento autonómico su intención de avanzar en el desarrollo e implementación de la Ley de Víctimas del Terrorismo.

El que fuera brazo político y mediático de la organización terrorista, Arnaldo Otegi, aprovechaba el décimo aniversario del cese definitivo de su actividad armada para disculparse por el daño causado por ETA.

No le otorga credibilidad a estas palabras, donde “la sinceridad”, a su juicio, “brilla por su ausencia”, el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo de Castilla y León.

Para Nogales, Otegi no está legitimado para hablar de democracia cuando “hace menos de mes y medio estaban recibiendo con vítores a los asesinos que salían (de prisión)”.

En los años de actividad terrorista, ha recordado Nogales, ETA “rompió a su antojo” numerosas treguas. “¿Y ahora qué?”, se ha preguntado el presidente de la Asociación de Víctimas del Territorismo de Castilla y León. “¿Qué más quieren? ¿Qué más se puede pedir?”, ha cuestionado.

Memoria para las víctimas

Las víctimas del terrorismo piden que se prime su relato frente al de sus asesinos y sus herederos políticos, EH Bildu.

Para este expolicía, a quien las secuelas de un atentado que casi le cuesta la vida le apartaron forzosamente de la Policía Nacional, el repunte de la violencia contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Cataluña es hoy una amenaza, como en su día lo fue País Vasco. "Van por los mismos derroteros", advierte Nogales. Aunque “hoy en día se sigue odiando a policías y guardias civiles en esos sitios”, matiza. “Por mucho que quieran disimularlo”, concluye.

En este sentido, Sebastián Nogales ha advertido de la necesidad de “que se sepa la verdad de lo ocurrido”. “No que se enmascare, ni se pase página”, ha pedido. “Porque una vez que se pasa la página”, ha añadido, “se cierra el libro y, a lo mejor, hasta se quema”.