Si se dan un paseo por la ciudad, verán que los escaparates de las tiendas lucen decorados con detalles navideños. Los trabajadores se afanan en colocar el árbol y las bombillas que iluminaran nuestras calles. Si van a comprar a la tienda del barrio o a los grandes supermercados, tendrán a la vista estanterías repletas de turrones y dulces típicos de la Navidad. Todo esto antes de ni siquiera haber acabado el mes de noviembre.

Estarán casi familiarizados con eso del «Black Friday», y si tienen niños en la familia, seguro que algún juguete ya tienen envuelto en casa. Y es que estamos envueltos en una marea consumista que nos tiene prisioneros y nos vacía los bolsillos. ¿Para llenarnos de qué? Los descuentos en las tiendas nos llevan a comprar cosas de las que podríamos prescindir. La posible amenaza de un desabastecimiento nos lanza a las tiendas de juguetes para que a los más pequeños no les falte el regalo bajo el árbol. ¿Es este el sentido real de la Navidad? Puede que se nos haya olvidado que este es un tiempo de alegría y esperanza porque el Niño Dios ha nacido. Un tiempo de unión y fraternidad. Si Dios nació en un pesebre, ¿no será que nosotros podemos vivir con menos?

Comenzamos hoy un camino de alegría y esperanza que nos lleva hasta el día de Navidad. En este tiempo de Adviento estamos llamados a la conversión y a preparar nuestros corazones para la llegada del Salvador. Así que esta mañana de primer domingo de Adviento vamos a caminar hasta la Navidad de la mano de Francisco Jimeno, vicario de Pastoral y formador del Seminario.

Nuestro camino comienza en Adviento, igual que comienza el año litúrgico. Un tiempo marcado por el color morado, tinte que, a pesar de ser el mismo que se utiliza en Cuaresma, se diferencia de ésta porque ha perdido esa reminiscencia ascética para convertirse en pedagogía de un periodo de preparación, en este tiempo que supone un proceso lento hasta el deseado encuentro con el Niño. Si hablamos de Adviento, uno de los elementos más reconocibles es la corona, cargada de simbolismo, pues ese encendido progresivo de las velas nos lleva a entender que es nuestro corazón el que se enciende de esperanza.

Nos preparamos para el tiempo de Navidad, y una de las más bonitas tradiciones de esta época es recrear el Misterio y el belén al completo, bien al calor de nuestro hogar, bien en las parroquias. Un año más, Paco Jimeno ha «armado el belén» en el Claustro del Seminario Diocesano. Como los artistas falleros, comienza a prepararlo casi cuando acaba la Navidad anterior. Una tradición muy unida a su vocación presbiteral, pues ya ponía el belén en su casa cuando era pequeño, y después en la parroquia.

Junto a los belenes de años anteriores, esta edición nos vamos a encontrar con una muestra que nos llevará por el «espiritual río Duratón», con reminiscencias a ermitas y monasterios que desde el siglo VII hasta la actualidad se extienden por nuestra provincia. Paco lo define como «un lugar que cautiva, y un homenaje a nuestras ermitas y a la España vaciada». Arquitectónicamente es un belén distinto a los anteriores, con construcciones que los visitantes van a reconocer claramente, ligadas a laicos y religiosos que los llevarán, por este camino de conversión, hasta una sorpresa final.

Esta Navidad vuelven a tener una cita con el claustro del Seminario. Y podrán visitar el belén hasta el próximo 10 de enero de lunes a viernes de 17.30 a 20.30 horas. Además, fines de semana y festivos, de 12 a 14 horas y de 17.30 a 20.30 horas.