La consigna de crear grullas de papel en la lucha por la paz, se remonta a la historia de una de las pequeñas víctimas de la bomba de Hiroshima durante la Segunda Guerra Mundial. El proyectil explotó a 1.700 metros de la casa familiar de Sadako. La explosión provocó que Sadako saliera despedida a través de una ventana y su madre salió corriendo de la casa, sospechando que la encontraría muerta, pero estaba viva, indemne, sin lesiones aparentes. Mientras huía por la calle, Sadako y su madre quedaron atrapadas en la lluvia negra.

Sadako continuó creciendo como cualquier otra niña, hasta que en noviembre de 1954, cuando Sadako tenía once años, desarrolló una hinchazón en el cuello y detrás de las orejas y se encontraron síntomas de púrpura en sus piernas. Tras cumplir los 12 años, se le diagnosticó leucemia maligna aguda de las glándulas linfáticas y en febrero de 1955 fue hospitalizada. Los médicos le pronosticaron como máximo, un año de vida. Esta enfermedad se registró con especial relevancia entre los niños de Hirosima, en los diez años posteriores a la explosión atómica.

En agosto de 1955, después de dos días de duros tratamientos y transfusiones, Sadako fue trasladada a una habitación con una compañera de cuarto, una niña estudiante de secundaria que era dos años mayor que ella, también enferma de cáncer. Fue ella quien le contó la leyenda japonesa que promete, a quien pliegue mil grullas de origami, concederle cualquier deseo.

Su amiga le enseñó a doblar grullas y durante sus días en el hospital, al acabarse el papel, utilizaba envoltorios de medicamentos y cualquier otra cosa que pudiera conseguir. Hay quien afirma que la pequeña solo consiguió crear 644 grullas antes de su muerte pero sus compañeras de escuela completaron las 1000 y en el ceremonial de su entierro las colocaron junto a ella. Sadako fallecía el 25 de octubre de 1955, con su familia a su alrededor, a la edad de 12 años. En 1958 en el Parque de la Paz de Hiroshima, fue construida una estatua dedicada a Sadako.

Desde entonces, Sadaku y las 1.000 grullas de papel, simbolizan los efectos de la guerra en la infancia y la necesidad de apelar entre los escolares al espíritu de concordia, la tolerancia, la solidaridad, o el respeto a los Derechos Humanos, con el fin de evitar conflictos y favorecer la paz.

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Con motivo del Día Internacional de la Paz y la No-violencia, los alumnos del Colegio Siervas de San José, han recordado hoy el empeño de Sadako por defender la paz. Han elaborando grullas con papel reciclado, que ya revolotean decorando las aulas centro. También han leído un manifiesto en el patio y han rezado por la paz.

Mari Cruz coordinadora de Pastoral en el colegio Siervas de San José nos ha contado que todas estas acciones se pueden ver en las redes sociales tiwter, facebook e instagram; @colegiossj con el hastag #1000grullas y #DiaDeLaPaz