Tres puntos de oro. Tres puntos llenos de sufrimiento. Tres puntos que ganó la Cultural a base de sufrimiento y tras superar todas las dificultades del mundo. Volvió a fallar Sotres. El portero está pasando un mal momento. No cabe otro razonamiento. Error partido a partido. Seguro que es un buen portero, pero cuando caes en un pozo, es muy difícil salir. Salió a por el balón en una jugada, pero uno de sus manos tocó la cara de un bilbaíno que se fue el suelo. Penalti claro y transformación impecable. Imposible de parar aunque te llames Iker Casillas.

Por el lado leonés, Aarón Piñán brilló. Con el brazalete de capitán, tirado a la derecha, pero con libertad de movimientos, es una pasada de jugador y es de León. Creó oportunidades, no dudó en lanzar a portería, en hacer regates increíbles y sacar los balones parados. Es una perla y un jugador, ya impresionante.

A pesar de ir abajo 0-1, Ramón les tuvo que decir a los suyos algo en el vestuario. La reaccción fue espectacular. Mientras el Athletic jugaba a rascar, en vez de crear fútbol, la Cultural encontró su premio en un abrir y cerrar de ojos. Dos goles y a aguantar. Si sus rivales practicaban el juego subterrráneo, la Cultu también. El más listo de todos, Aaron. Triste ver a un entrenador del filial encararse con un jugador rival. Muy, muy tiste. Sobre todo cuando el Athetic siempre a sido un equipo señor. El mejor en la guerra de guerrillas fue la Cultural. Ramón movió el banquillo. Los aplausos a Aaron, inolvidables y el acierto del técnico local fue total.

Al final felicidad total. Sotres sacó un balón que se colocaba y si la grada celebró el triunfo, el equipo demostró estar realmente unido. Lo dicho, la Cultu resucita de entre los muertos.