El cementerio municipal de Ponferrada ha acogido los primeros tres entierros desde que se produjo la entrada, el pasado lunes, del área sanitaria del Bierzo y Laciana en la fase 1 de la desescalada. Con el pase a ese nuevo nivel del desconfinamiento, el camposanto reabrió sus puertas a las visitas de familiares y la presencia de vecinos que acuden a rendir homenaje a sus seres queridos ausentes ha sido una constante. “Se nota que la gente tenía ganas de hacer una visita tras dos meses y medio sin aparecer”, explicó el encargado de las instalaciones, Juan José López.

Al respecto, las visitas al recinto no han parado de sucederse desde el lunes, aunque siempre con un máximo de unas 20 personas de manera simultánea. La normativa establece que en el caso de visitas solo se permite la presencia de un total de 100 personas dentro del recinto funerario, aunque López señaló que esa cifra sólo se alcanza en “días especiales”, como el de Difuntos o el de la Madre.

Por su parte, el párroco responsable de la Basílica de la Encina y de oficiar uno de los primeros enterramientos, Antolín de Cela, valoró que esta nueva etapa permite “acompañamiento y cercanía” en estos momentos difíciles. “No es como los casos de coronavirus, que todo el mundo escapaba”, explicó De Cela, que lamentó la “soledad pasmosa” de muchas víctimas de la pandemia y recordó que durante las semanas de mayor incidencia del virus tuvo que oficiar un entierro con la única presencia del sepulturero. “Hacía tiempo que no vivía esa experiencia”, subrayó.

Cabe reseñar que la participación en la comitiva para el enterramiento se restringe a un máximo de 15 personas. Una vez en el recinto fúnebre, sólo diez personas podrán acceder al interior, según las medidas anunciadas por el Ayuntamiento.

Por lo que respecta a los velatorios, los tanatorios de la comarca recuperan también su actividad, aunque con aforos limitados a 10 personas en espacios cerrados y a 15 en espacios al aire libre. Ponferrada, Camponaraya, Fabero, Toral de los Vados o Bembibre son algunas de las casas dolientes que ya han acogido capillas ardientes con estas nuevas limitaciones, a la espera de que el pase a la fase 2 de la desescalada les permita abrir de nuevo, aunque con restricciones, las cafeterías.

HAMBRE DE MISA

Además del cementerio, la entrada del Bierzo en la fase 1 también supuso la recuperación de las liturgias y la apertura de templos religiosos. En ese sentido, De Cela asegura que “el hambre de misa se nota” y que las tres eucaristías celebradas hasta la fecha reunieron a entre 60 y 70 fieles en la principal iglesia de la ciudad.

Con una limitación de un tercio del aforo y lugares marcados en el interior para respetar la distancia de seguridad, la Basílica también dispone de una alfombre con desinfectante para que los feligreses se desinfecten el calzado al entrar. De la misma manera, hay geles hidroalcohólicos a disposición de todos los asistentes. Tanto los devotos como el oficiante están obligados a llevar mascarilla y el rito de la paz ha cambiado el habitual apretón de manos por una ligera inclinación.

Además, De Cela explicó que los fieles deben mantener también la distancia de seguridad de dos metros a la hora de guardar su turno para recibir la comunión, que se les ofrece en la mano y en silencio. Pese a la ausencia de peregrinos y turistas, que en épocas normales forman parte de los visitantes del templo, el rector de la Basílica señaló que se encuentra en estos días “ligeramente concurrida” por vecinos que acuden para disfrutar de unos momentos de “oración personal y meditación”.