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En la salud y en la pandemia

Alberto y Lourdes han protagonizado la primera boda civil en el Ayuntamiento de Ponferrada desde que se declaró el estado de alarma para hacer frente a la pandemia del Covid-19

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David ÁlvarezPonferrada

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 00:18

El salón de plenos del Ayuntamiento de Ponferrada ha acogido la primera boda civil que tiene lugar en la ciudad desde que se declaró el estado de alarma para hacer frente a la pandemia provocada por el coronavirus Covid-19. Alberto y Lourdes han sido los protagonistas de un enlace con el que la capital berciana ha recuperado el pulso en lo que a los matrimonios se refiere, tras casi tres meses sin poder celebrar una ceremonia de este tipo en el Consistorio.

Aunque no pudieron recibir la tradicional lluvia de granos de arroz, ni irse de luna de miel tal y como tenían planeado, Alberto confía en festejar “más adelante” el que muchas parejas recuerdan como uno de los días más felices de su vida, uno que ellos seguro que no podrán olvidar. “El beso a la novia se he dado igual, porque con todos los que nos hemos dado durante este tiempo no tendría sentido otra cosa y sería un poco triste”, explica.

Pese a que el área sanitaria del Bierzo y Laciana lleva ventaja al resto de territorios de la Comunidad en el proceso de desescalada y transita desde el pasado lunes la fase dos del plan para la transición hacia una nueva normalidad, las medidas para luchar contra esta amenaza invisible continúan vigentes y regulan cuestiones como el número de invitados, el uso de mascarillas o la recomendación de reducir al mínimo el contacto físico entre los asistentes, aspectos que junto a la falta del tradicional banquete nupcial, han diferenciado a ésta de “una boda normal”, admiten los contrayentes.

Por lo que respecta al número de invitados, la normativa estatal establece que los lugares que alberguen estos enlaces no podrán superar la mitad de su aforo total, con un máximo de 50 personas en espacios cerrados y de 100 en el caso de bodas al aire libre. En el caso concreto de Ponferrada, las dimensiones del salón de sesiones obligan a limitar el número de asistentes permitidos a 30 durante esta fase de la desescalada, aunque eso no ha sido un problema para Alberto y Lourdes, ya que la boda se celebrado en la más estricta intimidad. “Hemos estado sólo nosotros dos y los testigos”, explica el novio, que valora que la ceremonia les ha servido para “formalizar la relación un poco más”, ya que conforman una pareja de hecho desde hace años.

Por el momento, sus planes son “marchar al pueblo”, a la casa de la familia de él en el cercano municipio de Borrenes, el lugar donde han pasado el confinamiento pese a que habitualmente residen en la capital comarcal. “Vivimos en Ponferrada, pero nos pilló todo aquí cuando se pusieron las cosas feas”, explica. Tras varias semanas allí, ése ha sido el lugar donde pasen el verano y en él han celebrado el enlace con una comida a la que asistirán los testigos, los padres del novio “y poco más”. “Ya lo celebraremos más a fondo más adelante”, repite Alberto.

Contando a partir del 14 de marzo, fecha en la que se anunció la declaración del estado de alarma, la pandemia ha mantenido las puertas del Ayuntamiento cerradas para este tipo de ceremonias civiles durante nueve de los 43 días previstos a lo largo del año para celebrarlas. Con todos los preparativos y el papeleo avanzado, la solicitud original de esta pareja contemplaba el 30 de mayo como la fecha prevista para su boda.

Hace algo más de una semana, el Ayuntamiento les informó que podrían celebrar su enlace en el día esperado, pero pocos días después los servicios municipales les informaron que el matrimonio tendría que esperar una semana más. “Creo que querían esperar a pasar a la fase dos”, explica Alberto, que agradece a los funcionarios municipales el trato y la ayuda prestadas a lo largo de todo este tiempo. “Hicieron todo lo que pudieron”, señala.

En cuanto a la luna de miel, Alberto reconoce que “eso quedará para el año que viene”. “No creo que este año se arreglen las cosas como para viajar fuera del continente”, explica el novio. Y es que la pareja planeaba viajar tras su boda a Paraguay para compartir su alegría con la familia de Lourdes, originaria de este país sudamericano en el que la pandemia “no ha afectado mucho”, explican, ya que se encuentra situado en el medio del cono sur y dispone de pocos vuelos que lo conecten con el extranjero. “Lo han sujetado bastante bien”, resumen.

Aunque sus planes se han ido al traste, el contacto con la familia de ella en los días previos al enlace ha sido constante a través de videollamadas y la historia de su “minimalista” boda ha llegado incluso a los medios locales del país. “Hay que adaptarse”, aseguran con un poco de resignación y un mucho de optimismo y de ganas de superar una etapa marcada por el sufrimiento en muchos hogares. “Nosotros no nos podemos quejar, no hay daños mayores en nuestra familia, todos estamos bien, la pena es por la gente a la que le ha ido peor”, afirma.

“Con que mi gente esté bien, yo ya soy feliz”, admite Alberto.

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