LA GENERACIÓN SOBRESALIENTE

Probablemente la generación que más sabe de renuncias, sacrificios y privaciones. Probablemente la generación más preparada para enfrentarse al sufrimiento, al trabajo duro y a la tristeza. Aunque en sus casas nunca faltó el amor y la felicidad de una familia unida, lo que les otorgó esa entereza de la que han hecho gala, nuestros mayores en las situaciones adversas. No tenían juguetes, pero su invención les procuraba los mejores juegos y entretenimientos.

Sus vivencias infantiles están asociadas al estallido de una cruel guerra y a la precariedad de una posguerra. El hambre, la necesidad y el miedo como maestros que moldearon su carácter y agudizaron su ingenio. Aquellos niños que no disfrutaron de tiempo para serlo, algunos apenas asistieron a la escuela porque el ganado y las faenas del campo, reclamaban manos, aunque fueran las de los más pequeños. Aunque no levantaban un palmo del suelo, esos “vaquerillos" que inspiraron al mismísimo Gabriel y Galán ya eran grandes para ganar la soldada. Crecieron aferrados a los aperos de labranza y apegados al “terruño “, mientras esperaban cumplir la edad que les facilitara la entrada en la mina.

Poco amigos de llorar por la leche derramada, pues estaban más habituados a ordenar a sus vacas, lamentaban la muerte de un animal como una tragedia horrible, porque presagiaba épocas de carestía en sus casas. Aprendieron a leer, a escribir y algunos hasta las cuatro reglas, lo imprescindible en aquel mundo suyo, de verdes y azules horizontes, unos pocos privilegiados incluso estudiaron una carrera. Aquellos niños de pan negro, ‘café migao’, carámbanos, y maletas de cartón, augura del cierzo, la tormenta y la niebla, leales traductores de emociones e intérpretes silentes del ciclo de la vida y la naturaleza, también fueron ingenieros, profesores, veterinarios, médicos y poetas. Se convirtieron en adultos tempranos a bordo de un barco que zarpó con rumbo a Brasil, Argentina, Estados Unidos o Venezuela con el firme propósito de labrarse un porvenir “allende los mares", otros se quedaron más cerca, Francia, Suiza. Alemania o Inglaterra, todos con el ferviente deseo de regresar a su patria, porque emigrantes “a la fuerza” nunca olvidaron sus raíces, viviendo en ‘Tierra Extraña’, como nos recuerda el pasodoble escrito por Manuel Penella para Doña Concha Piquer con el que Cristina Falagán, Diana Samprón y Lorena Blanco rinden homenaje a nuestros mayores, desde el confinamiento. A los que han muerto solos víctimas de esta maldita pandemia y a los que están con nosotros. Esos padres modélicos que educaron amorosamente a sus hijos y les dieron todos los caprichos que ellos no tuvieron, que no entendían de títulos universitarios ni Masters, pero hicieron lo imposible para que sus hijos estudiaran una carrera y cuando ejercieron de abuelos mimaron y consintieron a sus nietos sabedores del papel tan importante que representan los abuelos en la vida de sus nietos, pero cuando vinieron mal dadas, ahí estaban ellos, haciendo frente con sus pensiones a las hipotecas y a las letras del flamante coche nuevo, porque nadie mejor que ellos sabe de penurias, malas rachas y malos tiempos. Aquellos niños de la posguerra fueron los que dieron a España en los años 60 el mayor salto económico de todo el siglo XX. Es seguramente la mejor generación, la mejor generación que ha dado la historia de España.

SILVIA RODRÍGUEZ, COLABORADA DE COPE BIERZO

Silvia Rodríguez es colaboradora de COPE Bierzo desde el 24 de junio de 2019. La podréis leer y escuchar los lunes en la sección de opinión bajo el título ‘Silvia en COPE Bierzo’ y los fines de semana ‘Con otra perspectiva’ en Cope.es/Bierzo. Porque Los fines de semana en COPE Bierzo te contamos la actualidad Con perspectiva.

Silvia Rodríguez es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Salamanca, decidió estudiar esta carrera porque le apasiona la lengua y especialmente la literatura. Además, le encanta leer, escribir y escuchar buena música. Es feliz trabajando en equipo y entiende “que estamos aquí para ayudar y hacer felices a los demás”. Es socia fundadora del Banco de Alimentos del Sil y colabora con esta ONG que realiza una gran labor en nuestra comarca. Enamorada de su profesión, la enseñanza. Es profesora de inglés, lengua y literatura en la Academia Corcal. Se define como una persona vital, alegre, optimista y sobre todo con gran sentido del humor. Además, ha realizado el prólogo del libro "Chuma. El Valle del Silencio" de al andaluz Miguel Velasco Nevado.