Monseñor José María Gil Tamayo ya es obispo de Ávila, su ordenación se ha desarrollado con la presencia de casi 70 obispos y más de 1.500 personas que ha acudido a la catedral de El Salvador de Ávila para acompañarle en este día tan especial.

En sus primeras palabras, ya como prelado de la Diócesis de Ávila, Monseñor Gil Tamayo ha asegurado que no trae “ningún programa preconcebido”, porque primero, ha dicho, “tengo que escucharos a vosotros Pueblo Santo de Dios”. Gil Tamayo ha asegurado ser consciente de “lo arriesgado” del lema de su ministerio episcopal, “No he venido ha ser servido, sino a servir”, y ha pedido ayuda a su nueva Diócesis para poderlo realizar tanto en su vida como en su ministerio.

El nuevo obispo abulense ha destacado en su intervención “lo fundamental de fortalecer el aporte educativo a la sociedad”, “como una de las mejores maneras de contribuir al progreso” y ha destacado también el cuidado a las familias como una de sus “prioridades pastorales”.

El hasta hace poco secretario de la Conferencia Episcopal Española ha destacado la importancia de “recuperar una mayor cultura vocacional” y ha querido transmitir un mensaje de “ánimo” a los sacerdotes, en un momento en el que “se quiere extender un velo de sospecha sobre la multitud de sacerdotes que sirven a Dios de forma ejemplar”.

La ceremonia ha estado presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el abulense, Ricardo Blázquez, quien ha señalado al nuevo obispo que a partir de ahora “la Iglesia de Ávila es tú Iglesia como porción de la Iglesia Universal” y le ha aconsejado una tarea “fundamental”, que cuide a los presbíteros.

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Monseñor Ricardo Blázquez ha recordado al ya prelado abulense que “siguiendo a Jesús, los ministros enviados por Él deben servir con amor humilde y sacrificado” y que “el señorío cristiano consiste en ser compasivos y ejercer misericordia”.

La celebración ha tenido que detenerse durante más de media hora durante el rito de la ordenación, justo en la imposición de manos, debido a que un familiar de Monseñor Gil Tamayo ha sufrido un infarto, sin que finalmente haya podido hacerse nada por salvar su vida.