La cueva cántabra de La Garma ha sido escenario de un nuevo hallazgo arqueológico con la localización de unas huellas de pies de niños en una zona de suelo arcilloso, que podrían tener unos 16.500 años de antigüedad. El equipo de arqueólogos que trabaja en el entorno de la cueva de La Garma ha descubierto restos de huellas de niños paleolíticos de entre 6 y 7 años en un estado «excepcional de conservación».

El hallazgo se ha producido en una galería que había pasado desapercibida hasta la fecha. Se trata de una zona de muy difícil acceso a 300 metros de la superficie, que no es visible desde la galería principal. En el curso de los trabajos realizados durante el mes de febrero en la Galería Weitzman-Kreger, la investigadora Marián Cueto observó un posible acceso varios metros por encima de la Zona VII de la Galería Inferior. Tras obtener los permisos pertinentes, lo que parecía una exploración rutinaria se convirtió en un hallazgo inédito en la zona. Así lo comprobaron los encargados de estudiar la galería: el codirector del proyecto, Roberto Ontañón Peredo, con el apoyo técnico de los espeleólogos Alfredo Corral de Miguel y Ana Varela Fernández, del Club Espeleológico Ábrigu.

El suelo arcilloso, afectado por desecación poligonal, presentaba en algunos espacios segmentos de arcilla removidos, lo que dio lugar a pensar en un primer momento que se podría tratar de vestigios de la presencia de algún animal, como un oso. Sin embargo, tras un estudio más exhaustivo de las huellas, se comprobó que se trataba de pisadas humanas verticales. Tras seguir el rastro de las pequeñas marcas de pie infantil, se encontraron hasta catorce marcas en el suelo. Todas ellas se encuentran en el interior de un 'gours'—concreción carbonatada que tiene forma de dique desarrollado sobre una pendiente por la que circula un curso de agua activo— que actúo como elemento de contención de la arcilla en estado húmedo y tras desecarse, se formaron grietas en una red poligonar.

Las huellas de pie tienen una longitud de 18 centímetros de punta a talón e incluso se ha podido comprobar la presencia de varias huellas de talón, sin incluir el resto del pie. Estas evidenciarían el juego de uno o varios niños en una superficie de suelo blanda donde es fácil dejar marcas. Esta parte de la cueva se encuentra en una zona totalmente oscura a la que para llegar es necesario atravesar desniveles verticales de varios metros. Se trata de una zona peligrosa y poco apta, en apariencia, para el juego de niños tan pequeños en un entorno subterráneo.

Se trata de un descubrimiento excepcional, ya que son muy pocos los vestigios de estas características y época hallados. En la cueva del Tuc d'Audoubert, en el Pirineo francés, se han encontrado varios rastros de pisadas humanas que incluyen huellas de niños, algunas de ellas de talones. Estos indicios se atribuyen al Magdaleniense medio (hace unos 16 500 años), periodo al que corresponden los suelos de habitación de la Galería inferior de La Garma y al que, en una primera aproximación, se pueden atribuir estos nuevos y extraordinarios testimonios de presencia humana en La Garma.

El hallazgo presenta ahora el primer paso para descubrir esta nueva galería que hasta ahora había pasado inadvertida.Por el momento, debido a la extrema fragilidad de los indicios encontrados, el equipo investigador se ha limitado a realizar una primera documentación fotográfica. En breve se procederá al delicado trabajo de documentar estos nuevos testimonios arqueológicos con técnicas geomáticas (levantamiento topográfico mediante laser escáner, fotogrametría, fotografía en alta resolución y restitución en 3D del conjunto) para su análisis icnológico.

Con este nuevo descubrimiento, la Garma se consolida como uno de los lugares referentes de todo el mundo para conocer el comportamiento humano en el Paleolítico. A su importante conjunto de arte rupestre, sus suelos y construcciones magdalenienses, se le une ahora un testimonio vívido de la actividad de los miembros más jóvenes de aquella sociedad. Este descubrimiento refuerza la singularidad e importancia de este lugar patrimonial, que año tras año remarca los valores que llevaron en 2008 a la UNESCO a incluirlo en la Lista del Patrimonio Mundial.