A Tomás Santana, un joven grancanario, no se le hizo prueba diagnóstica alguna para averiguar que se trataba de coronavirus, aunque todos los indicios manifestaban que el virus había entrado en su organismo. Su madre había dado positivo y el malestar general, sumado a la alta fiebre que le atacaba en horas nocturnas, le hizo pensar que estaba infectado. Una vez con todos estos síntomas se realizó un test de antígenos y sus sospechas se confirmaron: poseía anticuerpos generados por la covid.

Santana no lo ha pasado bien. En La Mañana de COPE Gran Canaria, confirmó que “recuerdo que la madrugada del domingo al lunes, estuve tosiendo mucho, acompañado de sangrado. En ese momento me pregunté: ¿Qué me está pasando? Una semana después apareció la fiebre alta, temperaturas de 40 grados, era como una montaña rusa, por la mañana me encontraba mejor, pero por la noche siempre recaía”.

Tomás estuvo una semana y media con este cuadro médico. Afortunadamente superó la enfermedad, pero le quedaron secuelas; perdió el olfato. El joven asegura que “sin olfato es como ver la vida sin color, son esas cosas que uno no le da importancia hasta que lo pierde”, reconoce que “los olores nos traen recuerdos, en mi casa era incapaz de percibir el olor del perfume de mi madre y notaba que me faltaba algo”.

La falta de olfato le impedía saborear los alimentos, apunta que “cuando era positivo, no tenía ganas de comer, todo me sabía mal, afortunadamente lo recuperé, pero recuerdo que era ver la vida en blanco y negro”.

La falta de olfato ya no es un problema, pero asegura que los olores ya no son como antes. Como ejemplo nos dice que “me encanta el atún en lata, sin embargo, el olor no lo soportaba, me echaba para atrás, y ahora noto que ha variado y ya no me repulsa tanto”.

Finalmente, recomienda a los jóvenes que sean prudentes y no se la jueguen: “Los jóvenes pensamos que somos inmunes a todo, pero hay que ser muy prudente y tenemos que trabajar todos juntos para que esto se acabe y no pensar que, al ser joven, somos invencibles.”