Posiblemente, el volcán de La Palma sea el más monitorizado de la historia; geólogos, oceanólogos, sismólogos, vulcanólogos…todos son una pieza fundamental en el engranaje dispuesto para conocer la evolución del volcán. Se utilizan equipos convencionales, pero algunos de ellos tienen un equipamiento específico como cámaras térmicas.

Uno de los dispositivos que permite acercarse a aquellas zonas que están vedadas para el ser humano por su peligrosidad, son los drones, estos aparatos permiten tomar imágenes que en manos de científicos permiten conocer datos fundamentales para estudiar de cerca el proceso de erupción, sus efectos y consecuencias.

Por regla general, los drones son manipulados por científicos que, al poseer conocimientos del terreno volcánico, sobrevuelan aquellas zonas que son de especial interés para su estudio. Es el caso de Carlos Lorenzo, geólogo del CSIC, explica que “el dron es convencional, la diferencia radica en las personas que los manejas, somos científicos e interpretamos las imágenes que recibimos.”

Las imágenes tienen mucha importancia para estudiar la evolución del volcán, el científico asegura que “nos interesan, la morfología del terreno, las grietas, las fumarolas, gases que salen de lugares donde antes no lo había, dirección de los piroclastos, altura de la erupción y otros indicios que explican lo que está pasando y así informar al comité científico asesor.”

Estos dispositivos recogen gran cantidad de imágenes, muchas de una factura muy bella, Lorenzo asegura que los más que le ha llamado la atención de la cantidad de imágenes que estudia es volar muy cerca de las bocas y comprobar la alineación de las mismas, “se trata de una erupciónfisural y las bocas están alineadas en una misma fractura, poder comprobar esto ha sido lo más interesante.”

Aunque por ley los drones deben volar a una distancia de unos 500 metros para poder controlarlo con la vista, existe la posibilidad de pedir un permiso que te habilita a volar más allá de la llamada línea de visión, en este caso la orientación es gracias a la cámara con la que está equipada el dron.

El científico alerta de la cantidad de intrusismo que hay en el sector, cualquier persona que desea hacer volar un dron de más de 250 gr. o que contenga un equipamiento como un micrófono o una cámara, necesita estar habilitado como operador de drones ante AESA, sin embargo hay mucha gente que sin poseer esta formación, utilizan el dispositivo de forma recreativa aprovechando la belleza de las imágenes que genera la erupción, al respecto, el geólogo advierte “hacen el vuelo de una forma legal, porque la isla tiene una zona de protección aérea que exige pedir un permiso de vuelo previo, y estar acompañado por un controlador aéreo y así se verifica que los vuelos no se solapan con otras.”