El deporte profesional en España estaba en una época de cambios y la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas era la solución adoptada para cubrir el déficit económico de las entidades. Junto a la UD Las Palmas, el CB Gran Canaria de baloncesto también tenía que cruzar la frontera del 30 de junio de 1992 cubriendo por su parte un capital social asignado de 150 millones de pesetas (901.500.000 euros).
La voluntad de más de trece mil isleños aportando cantidades para la primera compra de acciones del club amarillo, también la aportación de distintas iniciativas empresariales y el impulso final de la corporación hicieron que los clubes alcanzaran juntos esa transformación, con el final del día ilustrado por una foto histórica en la que van de la mano Luis Sicilia y el presidente del club de basket, Lisandro Hernández.
El movimiento cabildicio de salvación lo lideraron su presidente, Pedro Lezcano, y el recordado vicepresidente de la corporación y hombre de fútbol, Jesús Gómez. Se recuerda de aquellos días a Gómez con el teléfono en mano, escayolada una pierna, para realizar las gestiones necesarias para que todas las cantidades fueran depositadas en tiempo y forma.
En los días previos a la fecha límite había una gran incertidumbre. Porque, además, el equipo amarillo estaba en sus horas más difíciles después de haber firmado su primer descenso a la Segunda División B tras una campaña futbolística llena de decepciones.