Hay quien dice que la planta de canónigos es originaria de Sicilia y de Cerdeña, lo que sí se sabe es que es una planta que se cultiva en la zona templada de Europa, y que en el resto del planeta apenas se consume. La mayor parte de su producción proviene de Francia. Es una verdura rica en antioxidantes al reunir las tres vitaminas: A ,C y E, minerales como el hierro y el potasio y ácido fólico con lo que son un buen aliado contra la anemia. Además, la medicina natural le otorga propiedades diuréticos, depurativos, digestivos, relajantes, fortalecedores del cabello y las uñas y protectores de la vista. Aunque quizá, su beneficio más llamativo es el de ser un sedante natural al contener una sustancia que relaja el sistema nervioso central.

Para las personas con problemas estomacales de acidez o flatulencias, son una buenísima alternativa a la lechuga a la hora de elaborar ensaladas, y además son más nutritivos.

¿CÓMO SERVIRLOS?

La mejor manera es, sin duda, en ensalada y combinándolos con otros alimentos como los espárragos, la remolacha, las nueces o el queso, o una mezcla de todos ellos. En todo caso, la combinación de alimentos para elaborar una ensalada entra en el gusto de cada persona. Hay quien prefiere comerlos sólo con un toque de aceite de oliva o en una vinagreta. También está la opción de saltearlos con mantequilla y servirlos como guarnición para un plato de pescado o de carne. Otra posibilidad es saltearlos en wok y servirlos con unos dados de jamón. Picados como perejil, perfuman un puré de patata o incluso para dar un toque diferente a una tortilla. Son además una excelente opción para consumir como ensalada de verano combinándolos con frutas como gajos de naranja, fresas, melocotónes o frambuesas. Y si te apetece combinarlos con un buen plato de pasta y unos trocitos de pollo a la plancha, pués adelante.