“Tintín y la Luna”, el apasionante viaje de CaixaForum
La exposición conmemora los 50 años de la primera misión tripulada
MARTA LÓPEZZARAGOZA
Tiempo de lectura: 3'
Actualizado 29 nov 2019
CaixaForum nos invita a caminar por la Luna junto a Neil Armstrong y Tintín. El primero pronunció la frase que ya forma parte de la Historia: “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Casi 20 años antes, Tintín, se adelantó: “¡Ya estoy aquí! ¡He dado unos cuantos pasos! Seguramente por primera vez en la histria de la humanidad, se ha caminado sobre la Luna”. Realidad y ficción se dan la mano en esta exposición imprescindible.
“Tintín y la Luna. Cincuenta años de la primera misión tripulada” es un viaje fascinante. Una inmersión mágica que comienza con la observación de la Luna por parte de Galileo, con una réplica de su primer telescopio, hasta que, por fin, el hombre pudo dejar su huella en el satélite. Aquel objeto lo revolucionó todo, a comienzos del siglo XVI. Aquel tubo óptico permitió contemplar por primera vez las montañas y cráteres e hizo tambalear la ciencia medieval.
La primera misión a la Luna tuvo una fuerte carga simbólica aunque su alcance científico fue limitado. Hasta el regreso de los astronautas, los únicos testimonios gráficos fueron las imágenes borrosas que todo el mundo pudo ver a través de sus pantallas de televisión. Las instantáneas obtenidas permitieron ver, por primera vez, el paisaje de nuestra Satélite. En la muestra tenemos la oportunidad de contemplarlo hasta el más mínimo detalle
Entre las piezas destacadas, figura una réplica del traje de astronauta que visiteron los tripulantes del Apollo 11, incluido Neil Armstrong. Junto a ella, otra de una escafandra dieseñada por el ingeniero militar español Emilio Herrera.
La muestra nos sumerge en la vida de los astronautas, que no era precisamente fácil. Las condiciones de vida en el espacio convierten cualquier rutina en un cuidado proceso. Los alimentos estaban deshidratados o en pequeñas porciones envasadas al vacío. También llevaban equipos para hacer ejercicio, botiquines, herramientas y equipos de grabación.
Aquella gesta se hizo, además, con una tecnología que nada tiene que ver con la que conocemos hoy en día. El corazón de las naves Apollo era una computadora menos potente que cualquier teléfono móvil actual. Sus botones carecían de letras y todo funcionaba a través de códigos numéricos, que ni siquiera tenían comas para poner decimales. Su diseño, similar al de una calculadora, marcó un hito en el desarrollo de equipos informáticos.
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Dentro de la exposición, podremos ver una maqueta del Saturno V, el cohete diseñado por Wernher von Braun y construido expresamente para el viaje a la Luna. Tenía más de 100 metros de altura y pesaba unas 2.800 toneladas en el despegue. Sus tres etapas activas permitirán entrar en la órbita terrestre y llegar hasta su destino. Era el cohete más grande y potente utilizado hasta el momento y conseguía una velocidad de casi 11 kilómetros por segundo. En la muestra podemos incluso jugar a lanzar nuestro propio cohete, con una simulación a base de una botella, agua y aire.
Los más curiosos disfrutarán, además, analizando los detalles del módulo lunar, a través de una réplica. Estaba destinado a llevar a dos astronautas hasta la superficie de la luna y remontar después para encontrase con la nave principal, que se mantendría en órbita. Era una nave tan reducida que se ahorró hasta el último gramo. “No tenía asientos, los dos pilotos iban de pie”, explica el director de Caixa Forum, Ricardo Alfós. Para evitar las altas temperaturas, alunizaba en las primeras horas del día lunar, cuando el sol estaba bajo y a sus espaldas, por lo que los astronautas sabían que la nave debía posarse justo encima de la sombra.
Durante la mayor parte del viaje, los atsronautas viajaron a bordo del modulo de mando. Sus reservas de aire, agua y electricidad eran mínimas. Casi todos los consumibles iban almacenados en el módulo de servicio, unido a la base.
Fue un viaje extraordinario en la vida real. En el mundo de la ciencia ficción, el historietista belga Georges Remi, conocido como Hergé, lo preparó casi 20 años antes. Entre 1950 y 1953, la revista Tintín publicó “Objetivo: la Luna” y “Aterrizaje en la Luna”. Las similitudes con el viaje real son impactantes, como explica el jefe de exposiciones científicas del Área de Cultura y Divulgación Científica de La Caixa. “Era una mente privilegiada en cuanto a método y precisión, se documentó muchos sobres los planeas aeroespaciales y sorprenden los paralelismos con la realidad de 1969”, asegura.
El cohete de Tintín da la bienvenida a los visitantes y da vida a la otra parte de la exposición. En ella, podemos sumergirnos en el espacio en el que trabajaba Hergé, las herramientas que usaba para dibujar sus viñetas, la documentación que leía, qué le servía de inspiración... Conocer la forma y el significado de sus viñetas nos permite adentrarnos en un universo mágico.
La exposición está abierta todos los días, de lunes a domingo y festivos, de 10 a 20h, salvo los días 24 y 31 de diciembre y 1 de enero, que adelanta su cierre a las 18h. Los días 25 de diciembre y 1 y 6 de enero permanecerá cerrada. Las entradas se pueden adquirir en el horario de atención al público o a través de la web de CaixaForum y hay disponibles visitas ocmentadas y en familia.
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