Llega a los quioscos y librerías la séptima y última entrega de la colección Almanaque de los Pirineos que Pirineum editorial inició en 2013 y que ha abarcado desde 1910 a 1985 en ocho libros (la edición de 2016 fue doble) que han repasado los hechos y personajes más destacados sucedidos en el Pirineo aragonés a lo largo del siglo XX a través de un formato a medio camino entre un periódico de época y un almanaque propiamente dicho.

En esta ocasión, la portada –una ilustración-cartel de Saúl M. Irigaray, como en el resto de la colección- es una recreación del acto inaugural de la Universiada 81 en la antigua pista de hielo de Jaca, derribada en 2016, con la Peña Oroel como telón de fondo. La vieja pista de hielo de Jaca, construida en 1972, se une así a la estación internacional de Canfranc, el balneario de Panticosa, el cañón de Añisclo, la cascada de Aigualluts, la Peña Montañesa o el castillo de Acher, como uno de los iconos que han servido de portada a las distintas entregas de El Almanaque de los Pirineos.

La inauguración de la Universiada 81 es quizá el momento más simbólico de la década en el Alto Aragón. El 23 de febrero de 1981, al tiempo que la antorcha olímpica recorría el último tramo entre Sabiñánigo y Jaca, un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Tejero irrumpía en el Congreso de los Diputados. Aquel país que después de cuatro décadas quería abrirse al mundo y organizaba por vez primera una cita deportiva internacional con el Pirineo aragonés como escenario vivía jornadas de incertidumbre.

Varias delegaciones presentes ya en Jaca expresaron su deseo de abandonar inmediatamente el país, pero la organización les pidió que esperaran el desarrollo de los acontecimientos. Al día siguiente, el inicio de la Universiada 81 en la ciudad de Jaca y las estaciones de Candanchú, Formigal, Panticosa y Astún, fue la mejor prueba de que aquella joven democracia había superado su primera gran prueba.

El volumen es una vez más un libro de 17 x 24 centímetros, estructurado por meses y diseñado como una revista, impreso en bitono y maquetado por el ilustrador Víctor Gomollón, director artístico de la colección. En el Almanaque de los Pirineos 2020 (1975-1985), el periodista Sergio Sánchez Lanaspa, director de la colección, ha seleccionado los hechos y los personajes que marcaron aquella década, ayudado por imágenes provenientes de los archivos de la Fototeca de la Diputación de Huesa, Víctor Ibáñez, Carlos Peñarroya, el semanario Andalán, la Asociación de Amigos de Serrablo, Eugenio Monesma, Chorche Paniello y su monumental colección de pegatinas, Pedro Juanín o el Museo de Bielsa, entre otros muchos.

Los fusilamientos de Abena, la detención de Erik el Belga, la expulsión del ejército de José Ortega Monasterio, la inauguración del túnel de Bielsa, la lucha contra los pantanos de Campo y Berdún, el ovni del Pusilibro, los cantautores, la transición política, El Ribagorzano, la Universiada 81, La Gaceta de Sabiñánigo, el naturalista David Gómez, la caravana de Plan o el derribo de la iglesia de los Escolapios de Jaca son algunos de los reportajes principales de este volumen.

Mención expresa merece el apartado dedicado a la recuperación del folklore y las tradiciones pirenaicas, que viven en esta década su edad de oro. La recuperación de la Morisma de Aínsa o la Mojiganga de Graus, la revitalización del Carnaval de Bielsa o las andanzas de los grupos Altoaragón de Jaca, Val d’Echo o el Corro de Bailes de San Chuan de Plan protagonizan varios artículos, muy unidos al despertar de la conciencia aragonesa y la consagración de cantautores como José Antonio Labordeta o Joaquín Carbonell.

La década de 1975 a 1985 es la más analizada y recordada de la historia reciente de España. La muerte de Franco, la transición, el destape, los socialistas, la movida, el primer desencanto democrático... Una y otra vez, la televisión, el cine y los medios en general vuelven sobre aquellos años. Otra cosa quizás es el repaso de esta década en el ámbito pirenaico, sorprendentemente uno de los periodos más ignorados.