Para la buena suerte se suele decir que se tiene un Bonsái. Y es que se dice y se lee en libros de historia que cuando los monjes budistas introdujeron el arte del bonsái a Japón en el año 794 a.C., este se asoció de inmediato a la fortuna y la buena suerte. Desde entonces, cuando se decide cultivar un bonsái en casa solo atraerá la buena fortuna y las energías que toda persona necesita para su día a día.

Es por ello que la Casa de la Cultura acogió este fin de semana la inauguración de la I Exposición de Bonsáis de Alhaurín el Grande, gracias a la colaboración de la Asociación Amigos del Bonsái de Benalmádena.

UNA EJEMPLAR EXPOSICIÓN

Se trata de una muestra en la que se pueden contemplar más de una veintena de especies autóctonas y extranjeras de este arte milenario nacido en oriente. Todo un regalo para los amantes de la botánica y la naturaleza que culminó este pasado domingo con una demostración a cargo del presidente de la Asociación Amigos del Bonsái de Benalmádena, Miguel Ángel González.

La alcaldesa Toñi Ledesma, que presidió esta inauguración, manifestó que ”en esta muestra hay una gran diversidad de árboles de todas las edades, con una belleza impresionante donde se han empleado infinidad de horas y mucho cariño, por lo que es una oportunidad única de disfrutar de este arte tan singular en colaboración de la Asociación Amigos del Bonsái de Benalmádena, a los que agradecemos su colaboración”, apuntó.

BONSÁI

Un bonsái no es una planta genéticamente empequeñecida, sino que se mantiene pequeña dándole forma, podando el tronco, las hojas y las raíces cada cierto tiempo, dependiendo de la especie. Si se cultiva adecuadamente, sobrevivirá el mismo tiempo que un árbol normal de la misma especie, pero si se hace de forma incorrecta, probablemente morirá.

El bonsái tiene un frente visual, y la escuela tradicional japonesa de diseño se basa en una serie de conceptos que deben seguirse para conseguir la perfección estética:

- Conicidad del tronco: siempre será más ancho en su base que en la parte superior.

- Triangularidad: el conjunto de las ramas y hojas deben tener un perfil triangular desde el frente, pero también lateralmente e incluso vistos desde arriba. Esta forma triangular se mantiene hasta en composiciones de varios árboles, donde cada uno debe disponer de su propia triangularidad y todas entre sí, en conjunto, deben mantener este perfil triangular.

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- Ramas: deben estar situadas en los exteriores de las curvas del tronco, de forma alternante (se debe evitar que dos ramas salgan del mismo punto), y siendo más gruesas las más cercanas al suelo que las situadas más arriba del tronco. La distancia entre ramas también disminuye conforme se asciende por el tronco.

Lo que se busca con el diseño del bonsái es aparentar mayor vejez en el árbol de la que tiene realmente. Así, el ápice (atama) suele ser achatado, tal como presentan los árboles muy maduros. También se busca que las raíces, en su zona más cercana al tronco (nebari), formen un sistema radicular visible.

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