La Policía Nacional ha detenido a un hombre, rumano de 31 años, acusado de robar en varias iglesias del centro de la capital. Según los investigadores, accedía a los templos en horario de apertura al público, con una Biblia entre las manos y haciéndose pasar por feligrés.

Lo que hacía era esconderse en los baños; allí se cambiaba de ropa, cuando la iglesia cerraba, se hacía con el botín, en total, se hizo con más de 700 euros. En su último golpe tuvo un descuido: se dejó un chaleco con un teléfono móvil en un banco de la iglesia, el párroco lo encontró y avisó a la policía. Estaba alojado en un hotel del centro y, aprovechando eso, entró a robar en dos iglesias distintas con muy pocos días de diferencia.

Según han señalado en un comunicado, aprovechando la cercanía que le proporcionaba su alojamiento en un céntrico hotel, el presunto autor cometió ambos robos con fuerza con pocos días de diferencia entre uno y otro. De la investigación de estos hechos se ha hecho cargo el Juzgado de Instrucción número 3 de Málaga, en funciones de guardia, según han manifestado desde la Comisaría.

Detienen a dos hermanos por robos de relojes de alta gama 

De otro lado, agentes de la Policía Nacional han detenido en Marbella a dos hermanos de 24 y 30 años por su presunta implicación en varios delitos de hurto así como pertenencia a grupo criminal, ya que supuestamente robaron relojes de alta gama a turistas, logrando sustraer objetos valorados en 18.000 euros. Según las pesquisas, los detenidos actuaban en la zona de Puerto Banús aprovechando el trasiego de turistas extranjeros (los cuales están de paso por la localidad y tienden a dejar impune el delito al volver a su país de origen).

Desde la Comisaría provincial de Málaga han informado a través de un comunicado de que estos hurtos supuestamente los cometían empleando un modus operandi conocido como regate de fútbol. La forma de actuar utilizada consistía en hacer una zancadilla a la víctima simulando un regate de fútbol, de ahí el nombre por el que se conoce este tipo de acción. En otras ocasiones también cometían el hurto acercándose a la víctima para saludarlo y aprovechar el contacto físico para quitarle el reloj de la muñeca.

Las víctimas no se percataban al momento de la sustracción lo que permitía al autor abandonar el lugar y encontrarse en las inmediaciones con su compinche que realizaba las labores de vigilancia y huían juntos. Cuando las víctimas se daban cuenta del robo, éstos ya habían desaparecido de la zona.