García Margallo: “Se están empeñando en arruinar el espíritu de concordia de la transición”
El ex ministro presenta mañana en Córdoba su último libro "España en su laberinto": "Calificar de éxito a la II República es un exceso de imaginación"
Córdoba - Publicado el - Actualizado
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El ex ministro y diputado en el Parlamento Europeo José Manuel García-Margallo presenta mañana en Córdoba su último libro “España en su laberinto”, que ha escrito junto a Fernando Eguidazu. Será a partir de las siete de la tarde en el Centro de recepción de visitantes. Nos atiende desde Estrasburgo.
-La mejor manera de entender el presente y de prepararse para el futuro suele ser conocer el pasado. Imagino que tal es el planteamiento de partida de su “España en el laberinto”.
-Eso es. Lo que se trata es de trasladar el pasado al presente para construir el futuro. Estamos en una crisis de gran magnitud, pero no es la primera que ha vivido España. España vivió la lucha entre las dos España desde el reinado de Fernando VII, así como el agotamiento del reinado de Isabel II por la polarización y el guerracivilismo y eso solo se arregló con la Restauración, que fue un precedente de la transición española. También vivió el final del franquismo y esos años gloriosos que se inauguración con la Constitución de la concordia, que se están empeñando en arruinar. Estamos haciendo exactamente lo contrario que se hizo en 1977 con el protagonismo de UCD y luego del Partido Popular y un PSOE, que entonces era un partido socialdemócrata. No como el de ahora, que no es ni nacional ni socialdemócrata es un partido que busca el enfrentamiento como único método de supervivencia. Sánchez ha decidido que sólo si divide la sociedad española en dos puede seguir en la Moncloa.
-No sé si el español medio ha empezado a dejar de darse cuenta, conforme el tiempo la ha ido dejando lejos, de la intrínseca maldad de la dictadura y de las bondades de vivir en Democracia.
-Afortunadamente han sido unos años en los que hemos vivido en una libertad y una Democracia casi plena y hasta el año 2005-2006 con unos niveles de prosperidad como nunca se habían conocido. Eso se está terminando, pero el recuerdo no está vivo. En los tiempos que vivimos en los que el españolito de a pie se levanta pensando en la factura de la luz, el agua y la carestía de la vida habría que recordar que España dejó de crecer en 2005. La renta per cápita es la misma hoy que en 2005, hemos perdido ya 16 años. El índice de miseria, que es la suma de desempleo e inflación, es el más alto de toda la Unión Europea. Peor que Grecia. Desde que gobierna Sánchez el índice de miseria ha aumentado un 44%. Esos problemas no los vamos a resolver con un pacto porque no hay un diálogo entre los grandes partidos del sistema. Todos los puentes están rotos. Además, el ejecutivo está compuesto por dos formaciones políticas que no piensan lo mismo en casi nada.
-En su libro detalla que los problemas de España arrancan en el Pacto de Tinell, pero también hace autocrítica por lo que pudo haber hecho el PP al alcanzar el poder.
-Claro. Yo sostengo que el Pacto de Tinell tiene dos maldades intrínsecas que están en la raíz de todo lo que nos está pasando. Rodríguez Zapatero, creyendo que no va a ganar las elecciones, dice que aceptará cualquier Estatuto en Cataluña sin quitar una coma. Cuando se encuentra que él mismo tiene que torear ese toro ordena que se cepillen la comisión constitucional, como dijo gráficamente Alfonso Guerra. Eso no es suficiente, porque hay una Sentencia del Tribunal Constitucional de donde arrancan todos los males en Cataluña. Aparte, hay sobre todo otra maldad intrínseca: Las partes que lo firman se comprometen a hacer un pacto de hierro y, lo que es peor, a no dialogar sobre ninguna materia. Eso es volver al escenario que explica que no se solucionen los problemas anteriores. Durante la II República, que tanto gustan de celebrar los dos partidos en el gobierno, Azaña dijo la frase “la República será de izquierdas o no será”. Jiménez de Asúa, que era un magnífico jurista, presidente de la comisión constitucional, dijo “no se equivoquen ustedes, la constitución ya es de izquierdas”. Ya dejas fuera a la mitad del país. En los cinco años que duró la República hubo cinco golpes de estado. Tres anarquistas, uno de Sanjurjo y el alzamiento de 1936. Eso es lo que ahora se quiere canonizar como modelo. Calificarlo de éxito es un exceso de imaginación. No parece que la II República fuera un éxito absoluto.
-España es uno de los Estados plurilingües que no tiene una legislación intermedia entre la estatal y la autonómica. ¿Podría ser uno de los problemas actuales para las tensiones territoriales?
-El problema de fondo es la falta de lealtad constitucional de los nacionalistas. En la Constitución del 78 se hizo un acto de generosidad por los partidos nacionales, que no estaban del todo convencidos y entendiendo que ellos serían leales. Fue una enorme ingenuidad. Desde el primer momento los nacionalistas decidieron ir “haciendo país”. Ir creando una conciencia nacional que quisiera la separación de España. Se trata de que se revise a fondo el modelo de organización territorial para evitar la deriva separatista. Yo soy autonomista. No comparto la tesis de VOX de una España centralizada y única. Pero quiero un modelo que funcione. Hay que hablar de eso y de la financiación autonómica. Tenemos un Estado autonómico que no funciona bien y lo estamos viendo con los fondos europeos. Además, hay agravios comparativos constantes porque el modelo está incompleto.
-¿Cómo catalogaría la situación internacional de España en estos momentos? Su peso diplomático
-Un Estado no puede tener una política exterior fuerte sino es un Estado fuerte en el interior. España es un estado débil. Sánchez tiene apenas 120 escaños y tiene que gobernar con Unidas Podemos y tiene que hacer cesiones permanentes también a todos los separatistas y eso se traslada a la política exterior. ¿Qué ha pasado con el Norte de África? Que primero se hace un gesto al Secretario General del Frente Polisario y se indigna Marruecos, lo que provoca la crisis en Ceuta y se cambia la postura en el Sáhara. Se enfada Argelia y no renueva el funcionamiento de uno de los gaseoductos y encarece enormemente el precio del gas. ¿Resultado? Somos el único país europeo que ha aumentado la importación de gas de Rusia, que es justo lo que no se debe hacer. Si hablamos de la Guerra de Ucrania y la OTAN, el PSOE empieza diciendo que no enviará armas, luego que enviará defensivas, luego ya que ofensivas… pero Unidas Podemos es contraria a ese envío y que OTAN se amplíe a Finlandia y Suecia. Si hablamos de Latinoamérica se puede ver una procesión de políticos de Podemos a amparar a Cristina Fernández de Kirchner, que está condenada por corrupción a seis años de cárcel. Se aplaude la tiranía de Venezuela… La política exterior española no es buena ni mala… es que no existe.
-Por último, si tuviera que aconsejar a un futuro presidente de España un ejemplo en el que fijarse para hacerlo bien desde que llegó a Democracia... ¿A quién le diría?
-Adolfo Suárez. Absolutamente. El próximo presidente, que espero sea Alberto Núñez Feijóo, debe tener una tabla de derogaciones en el primer consejo de Ministros de todos los disparates hechos. Desde la modificación del aborto, la Ley del Sí es Sí, la ley trans, la modificación del Código Penal… Y en el siguiente empezar con reformas. Empezar un gran pacto nacional para salir de la crisis económica que se va a endurecer. Hay casi que empezar de nuevo, deshaciendo los disparates que han arruinado la obra de la transición, recuperando el espíritu de la reconciliación y haciendo las reformas que España necesita para vivir en un mundo que ha cambiado mucho desde el 77. Pero entonces lo hicimos y fue mucho más complicado. Aquí no había absolutamente nada. No había Cortes, no había partidos, sindicatos, ni prensa libre… y una inflación del 26%. Y lo hicimos y salimos para adelante. El problema es querer y saber que un partido solo no lo puede hacer. Se requiere que colaboren todos los agentes sociales. Nos van a entregar una España deconstruida.