Es tiempo de negacionistas, de relatividades, de 'mi verdad', de descreimiento o, incluso, de credulidades sin fundamento. Todo ello, potenciado en la actual situación por informaciones y desinformaciones relacionadas a algo tan esencial como la salud en plena pandemia de Covid-19, coincide este 20 de diciembre con el Día Mundial del Escepticismo. Es una oportunidad para conocer esta actitud ante la vida, buscar su raíz en la corriente filosófica que le da nombre y analizar nuestras propias desconfianzas, indolencias o temores.

Esta jornada nació para homenajear a Carl Sagán, el divulgador del escepticismo filosofico que es doctrina tan vigente. ¿O no lo es la negación de que el hombre llegó a la Luna pese a las imágenes de 1969, el terraplanismo que pese a las evidencias insiste en que la esfericidad de la Tierra es una falacia o incluso la existencia real de ese virus pese a tantas muertes como está causando? Pero, ¿eso es realmente escepticismo? Es la expresión de las dudas de una realidad objetiva, una evidencia quizá reconocida que se insiste en rechazar.

De la mano de la visión agnóstica y nihilista de la vida, el escepticismo tiene comúnmente mayor influencia en tiempos en los que la sociedad hace gala de viejos paradigmas, ideales y creencias, todo aquello que se pudiera llegar a considerar digno de resquebrajamiento previo al asentamiento de los nuevos ideales que se deseen implantar. Alguien, por tanto, es escéptico siempre ante verdades que otros consideran albsolutas, pilares incuestionables de un determinado modo de vida.

DE LA ANTIGUA GRECIA A CARL SAGÁN

El escepticismo fue un movimiento filosófico que tuvo su auge en la antigua Grecia. Se fundamentaba en la duda sobre la verdadera existencia de todas las cosas. Pirrón fue el principal representante de esta corriente allá por 360 antes de Cristo. Su postura sobre el mundo era indiferente, insatisfecha sobre la real existencia de todo lo que le rodeaba, negado a considerar nada una verdad absoluta y dando siempre cabida a la duda. Vivía por tanto confrontado a filósofos más dogmáticos como Aristóteles y Platón.

Y en el siglo XX, Carl Sagán, un astrónomo y divugador científico norteamericano de fama mundial, fue fiel defensor del escepticismo y durante su vida mostró gran inquietud hacia lo desconocido que hay en el cosmos. Sobre todo hacia la búsqueda de ovnis para comprobar la existencia de vida extraterrestre. Su pensamiento crítico le ayudó a la hora de dejar aportaciones a la ciencia moderna, ideas que se mantienen vigentes entre seguidores y detractores.

FUNDAMENTOS DEL ESCEPTICISMO

Pero, ¿cuáles son los preceptos que fundamentan esta actitud ante la vida? Los repasamos:

• Los sentidos nos engañan. Todo lo que conocemos a través de ellos es irreal.
• La costumbre o el azar se imponen. Todas las cosas que conocemos nos llegan por esa vía.
• El conocimiento humano es imposible y nada puede afirmarse de nada.
• Lo que nos rodea no se ajusta a esquemas mentales. La realidad no cabe en los conceptos que manejamos.

Así, los escépticos dudan por sistema de cualquier afirmación ante hechos que no se pueden comprobar, eran considerados "desbaratadores" en la Grecia antigua con la consiguiente mala fama, alcanzó su máximo apogeo en el Renacimiento europeo y funcionó como una herramienta contra el pensamiento dogmático medieval, sentando las bases del pensamiento científico que hoy en día conocemos.

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