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El preocupante cambio en la forma de relacionarnos por culpa del Coronavirus

En tiempos de Coronavirus, los besos y abrazos escasean. ¿Están cambiando nuestros hábitos afectivos?

¿Sabes cuánto vale un abrazo?

Tatiana Kazakova

Cope Andalucía

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 27 mar 2020

El Coronavirus ha dado un vuelco a nuestra forma de entender la vida. Y sin duda, uno de nuestros hábitos que se ha perdido ante esta crisis es nuestra forma de relacionarnos. Y es que el COVID-19 se contagia según la OMS por vía aérea, a través de pequeñas gotas que se producen cuando una persona infectada tose o estornuda. También se transmite al tocarse ojos, nariz o boca tras tocar superficies contaminadas. 

Es ahora cuando el valor de los abrazos se revaloriza. Ahora nos damos cuenta del valor que tienen los abrazos. Incluso aportan enormes beneficios para la salud. En estos momentos de pandemia, el valor de los abrazos se revaloriza. Y tú, ¿Cuánto darías por un abrazo ahora mismo?

Resulta cuanto menos curioso, porque en estos últimos tiempos nos habíamos olvidado del valor que tenía el abrazo de tu abuela cuando no levantabas dos palmos del suelo. De cómo nos sentimos cuando nos envuelven los brazos de nuestra pareja, de ese amigo al que no veíamos hace tiempo o de nuestra madre. Ahora que escasean, volvemos a echarlos de menos.

En pleno estado de alarma, el tan beneficioso “piel con piel” ha desaparecido. En estos momentos no podemos darlos de forma espontánea ya que son un riesgo de contagio del Coronavirus. Esta falta de contacto nos hace sentirnos más vulnerables.y desprotegidos. Así opinan los expertos, que nos cuentan por qué son tan importantes los abrazos. (Y más en estos tiempos que corren). 

LOS BENEFICIOS DE UN ABRAZO

Los abrazos no son solo una costumbre, ni un gesto casual que hayamos adquirido generación tras generación. Tampoco un hábito. Así nos afectan:

- Los abrazos no solo demuestran afecto, cariño y amor al que abrazamos. Según los expertos, también sentimos seguridad y protección cuando nos abrazan. Los abrazos no entienden de edad o sexo. Resultan igual de terapéuticos para el niño de cuatro años que se cae del columpio como para el abuelo de 80 años que vive solo.

- Son una forma excelente de comunicarnos. Se trata de una de las comunicaciones no verbales más explícitas que existen. Cuando abrazamos, el contacto “piel con piel” nos transmite todo lo que la otra persona siente. Sin filtros ni rodeos. Los abrazos son comunicación en estado puro. Resulta prácticamente imposible mentir con un abrazo.

- Cuando nos abrazan, liberamos Oxitocina; la llamada hormona de la felicidad. Por tanto, los abrazos son una fuente inagotable de felicidad y calma. Los expertos recomiendan abrazar y dejarnos abrazar porque estas acciones suponen encontrarnos con un estado de tranquilidad similar al de los recién nacidos.

- Regulan la presión arterial y ayudan a fortalecer el sistema inmunológico. Según estudios recientes, liberan endorfinas, que son las encargadas de proporcionarnos una sensación de bienestar. Esto contribuye a reducir la presión arterial. Según se ha comprobado, en la mujeres ayuda a disminuir el dolor menstrual.

Combaten la soledad. El poder de un abrazo es tal, que cuando lo recibimos, esa sensación desaparece. Por unos instantes nos sentimos acompañados y queridos. Sentimientos que son realmente importantes para construir una sociedad sana y fuerte.

- Nos ayudan a disminuir el estrés. Los expertos están de acuerdo en que  reducen el cortisol, (lo que consigue que nos suban los niveles de estrés en momentos de tensión). Además, consiguen relajar los músculos y liberar las tensiones musculares. 

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Aportan tranquilidad. Un claro ejemplo lo encontramos en los bebés. Los recién nacidos encuentran la calma en los brazos de su madre. Ese contacto los ayudará a convertirse en adultos con una gran autoestima. Si criamos a un niño entre abrazos y besos, lo convertiremos en un adulto con confianza en sí mismo.

- Nos transmiten fortaleza y nos generan confianza. El poder de un abrazo es tan grande que nos ayuda a sentirnos con más capacidad para afrontar los problemas y dificultades de la vida.Por tanto, cuando todo esto pase y salgamos de nuevo a la calle. Cuando podamos compartir risas y charlas interminables entre amigos. Cuando volvamos a sentarnos con nuestra madre en el sofá a pasar la sobremesa, acuérdate del valor (del inmenso valor) que tiene un abrazo, y no lo dudes: abraza con todo el cariño del que seas capaz y déjate abrazar. Estarás haciendo más bien del que crees.

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