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Michael Johnson: "El deporte de élite puede ser malo para la salud mental"

Johnson describe así la presión soportada: "Cuando llegas a donde yo estaba, o donde Naomi y Simone están ahora, estás haciendo tu trabajo delante de millones de personas.

Michael Johnson: El deporte de élite puede ser malo para la salud mental

Michael Johnson: "El deporte de élite puede ser malo para la salud mental"

EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:25

El exatleta estadounidense Michael Johnson, cuatro veces campeón olímpico y ocho mundial, reconoce que "el deporte de elite puede ser malo para la salud mental", en alusión a los casos de la gimnasta Simone Biles y la tenista Naomi Osaka.

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, Johnson comentó en un comunicado de la Academia Laureus, de la que es embajador, que cuando oyó que Naomi Osaka se había retirado del Abierto de Francia debido a problemas relacionados con su salud mental, "no sabía exactamente qué estaba pasando, lo cual es comprensible ahora, ya que la propia Naomi ha dicho que todavía está tratando de entenderlo".

"Estaba trabajando para la BBC -recuerda Johnson- cuando Simone Biles se retiró de la competición durante los Juegos Olímpicos de Tokio. Había pensado mucho en Naomi desde el Abierto de Francia. Esta vez, decidí, voy a esperar un poco. Día a día, Simone hablaba con sinceridad y detalle, y cuanto más lo hacía, más nos acercábamos a la comprensión".

Para el exatleta, "el aspecto mental de este deporte puede anular por completo el talento físico incluso del mejor competidor".

"La salud mental -afirma- es un problema que nos afecta a todos (...). No es algo que se pueda diagnosticar y analizar en tiempo real desde la cabina de transmisión o en las redes sociales. Tenemos que escuchar".

Johnson describe así la presión que soporta el deportista de elite: "Cuando llegas a donde yo estaba, o donde Naomi y Simone están ahora, estás haciendo tu trabajo delante de millones de personas. Por muy preparado que estés físicamente, eso tiene un coste mental. He entrenado toda mi vida para esto. Lo quiero tanto. Pero puedo fracasar. Puede que no vuelva a tener esta oportunidad. Puedo defraudar a mis compañeros de equipo. Mi contrato podría no ser renovado. Y todo el mundo está mirando, todo el tiempo".

Y cita su propio caso en los Juegos de Barcelona'92: "Tenía 24 años. Llevaba dos años invicto en los 200 metros, era el campeón del mundo y el gran favorito para el oro en España. Entonces, justo antes de que empezaran los Juegos, me intoxiqué con comida. Después de recuperarme de los efectos iniciales, no pensé que la enfermedad me afectaría en la pista. Me sentía bien. Hasta que sonó la pistola para empezar mi eliminatoria. En ese momento, me sentí como si estuviera corriendo en el cuerpo de otra persona. Pasé de esa carrera a los cuartos de final, pero no llegué a la final".

"El equipo de Estados Unidos viajó (a España) con psicólogos deportivos y me dieron cita para ver a uno enseguida. El equipo había reconocido que lo que me había sucedido era el tipo de cosas que podían llevar a lo que llamamos un 'bajón': una espiral descendente de la que es difícil salir".

"Puedes empezar a dudar de ti mismo -explica-, y eso es lo que me estaba ocurriendo. Pero en cuanto me senté en esa habitación de hotel con el psicólogo del equipo, me di cuenta de que no era ahí donde tenía que estar. Puede que haya funcionado para algunas personas. A mí no".

"Tuve suerte", confiesa. "Mis padres estaban en Barcelona, al igual que mis hermanos (soy el menor de cinco hermanos). Mi padre vino a mi habitación de hotel y supe que podía contarle cómo me sentía, cuáles eran mis miedos. Y él se limitó a escuchar. Entonces me dijo: 'No has perdido una final. No ganaste esta. Pero tampoco has podido competir en ella'".

Para Johnson, la experiencia de Barcelona'92 fue "la mayor decepción" de su carrera. "Y no terminó cuando subí al avión de vuelta a Estados Unidos", asegura. "Un par de semanas más tarde estaba sentado en casa, todavía pensando en ello. Y ahora me doy cuenta de que tenía que pensar en ello. Tenía que estar enfadado. Tenía que estar decepcionado. Tenía que sentir todo eso antes de poder procesar lo que había pasado".

"Finalmente, empecé a pensar más y más en los tres medallistas de Barcelona. Oro, plata y bronce. Había competido mucho con cada uno de ellos en los dos años anteriores a los Juegos Olímpicos. Y nunca me habían ganado. Así que empecé a darme cuenta de que si nos enfrentábamos el año siguiente, la probabilidad de que yo cruzara la línea de meta en primer lugar era bastante alta. No había hecho nada malo. No había perdido mi encanto. Y no había dejado de ser el corredor de 200 metros más rápido del mundo".

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En efecto. En Atlanta'96, los siguientes Juegos Olímpicos, experimentó "más presión que en cualquier otro momento". "En parte era cosa mía. No lo hubiera querido de otra manera. En 1996 ya sabía quién era yo. Sabía que era más feliz, y que estaba en mi mejor momento, bajo la presión más intensa".

"Si no me hubiera sentido seguro, no habría apelado al COI para que cambiara el calendario y me permitiera competir por el doblete 200m-400m en unos Juegos Olímpicos en casa". Consiguió la medalla de oro en las dos finales.

"Hoy es el Día Mundial de la Salud Mental. Pero no traten de encasillar este tema en un cajón. Eso es imposible. Afecta a las estrellas del deporte y a las personas con las que compartes tu vida, y es completamente diferente para cada una de ellas", apuntó.

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