Este miércoles, Gabriel Paulista pasó por Deportes Cope Valencia, donde contó algunos detalles sobre su infancia en Brasil y la importancia de su familia en su carrera. En el Valencia, sigue viviendo un sueño que tenía desde niño, donde el club aspira a estar en lo más alto.
Sus orígenes fueron muy humildes: "Mis hermanos sufrieron mucho. Pasaron hambre, la casa era de madera y cuando llovía se llenaba de agua. Mis primeras botas fueron unas ‘Viola’. Me las ponía para dormir, ir a la escuela. Estaban rotas ¡pero tenía que jugar con ellas!", recuerda.
El jugador, originario de Sao Paulo, recuerda el momento en que firmó su primer contrato como profesional, con el Esporte Clube de Vitoria brasileño: "Cuando firmé mi primer contrato fui corriendo a coger el teléfono y llamé a mi madre. Le dije que su vida iba a cambiar".
Después, firmó por el Villarreal y más adelante, por el Arsenal: "Cuando me fichó el Villarreal (verano de 2013), reformé la casa de mi madre. Y cuando lo hizo el Arsenal (enero de 2015), le compré una casa nueva", recordó.
Tiene muy clara la exigencia del Valencia, y la necesidad de pelear por todo: "En el vestuario yo hago bromas con todos. Pero dentro del campo, si uno no está corriendo, yo me pongo... ¡porque tenemos que correr, pelear a cada minuto! Todos me entienden: podemos ganar, podemos llegar... Estoy muy feliz porque estamos haciendo una buena temporada en la parte defensiva. Estamos mejor".
Esa exigencia creó cierta ansiedad en la plantilla al principio de la presente temporada, aunque afirmó que esos problemas ya parecen solucionados "¡Claro que había una ansiedad de querer llegar a la portería y meter gol! Y fallábamos pero es fútbol. Ya nos hemos quitado esa ansiedad".