O Portiño: mucho más que Paseo Marítimo - Pateando A Coruña

O Portiño: mucho más que Paseo Marítimo

Lugar de O Portiño. Entre Os Rosales y Bens En el Catastro, 49 números. 15011. 

La historia de A Seavella

Para llegar aquí, podemos subir la Carretera de los Fuertes de Os Rosales o superar la cuesta del Paseo Marítimo que hay tras el Millenium. Nos situamos en el lugar que hasta hace unos años se conocía como A Seavella. Aquí se esconde un paraje con muchas historias ocultas. Un puerto usado por los romanos, restos de una iglesia paleocristiana, ecos de una fuga frustrada en la Guerra Civil…

Las olas del paso del tiempo han ido erosionando casi todo vestigio de este importante bagaje, y los distintos desarrollos de la zona los han sepultado en gran medida. Sobre parte de la historia olvidada de O Portiño y de las Islas de San Pedro que están enfrente hablaba en COPE Coruña el historiador Xosé Alfeirán: 

El desastre de Bens

Este lugar de paz era bien distinto hace unos años, cuando en O Portiño no había paseo y convivía con un enorme vertedero a un paso. El 10 de septiembre de 1996 la escombrera dijo “basta”. 200.000 toneladas de basura se vineron abajo, se tragaron parte de este núcleo y también a una persona: Joaquín Serantes López, al que una placa recuerda en la rotonda de acceso a la cala. Ahora huele a mar, pero muchos recuerdan cuando toda la ciudad olía a Bens.  La ladera de basura es ahora un gran parque de 9.500 metros cuadrados. 

La revolución del Paseo Marítimo

La mayoría de la gente conoce hoy O Portiño por su paseo marítimo. En 2004 la entonces ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona inauguró dos kilómetros y medio de paseo en el borde litoral. El proyecto incluyó calzada para coches, senda ciclista y peatonal y hasta pasos subterráneos para que las lagartijas no variasen sus hábitos de vida. También varias esculturas, como la glorieta de las Víctimas del Terrorismo de Julia Ares o la Ventana al Atlántico de Francisco Pazos, una especie de dolmen moderno desde el que enmarcar las puestas de sol. Y aquí llegan turistas guiados por el GPS desde todo el mundo.

El Puerto de Visma y los furtivos

Bajando la carretera de O Portiño encontramos el Puerto de Visma, un remanso de tranquilidad a un paso del mar, con su pequeña playa con baño prohibido. Las barcas se apilan en esta pequeña y escondida zona portuaria. 

A O Portiño algunos turistas vienen a vivir de forma temporal a la área de autocaravanas. Y en el núcleo hay algo más de medio millar de vecinos censados. Lo curioso es que apenas se ven unas casas dispersas cerca de la línea de costa.

La mayoría de vecinos son los que están en las viviendas sociales de O Campanario. En este asentamiento, mucha gente vive de ser percebeiro. Pero sin licencia. En cuanto hay buena marea, decenas de furtivos bajan a las rocas, para desesperación de los marineros que sí tienen autorización para faenar.

La terraza de O Portiño

Con el buen tiempo, la famosa terraza de O Portiño atrae a turistas y familias pero también a jóvenes a los que no les gusta mucho dormir. Los domingos por la mañana y en algunas fiestas puntuales, la fauna de O Portiño cambia en el único bar del núcleo.

Ironías de la vida, cerca de las gafas de sol y las mandíbulas inquietas de los amigos de prolongar la noche está la casa de acogida de la Asociación Reto. Aquí viven 25 personas que intentan salir de la cadena perpetua de la droga a base de vistas al mar, mucha fuerza de voluntad y el psicólogo que es la experiencia de los que han conseguido superarlo.

Desafíos del presente y el futuro 

Y entre los retos que afronta O Portiño en el futuro están cuestiones tan dispares como la declaración  definitiva como Espacio Natural de Interés Local de las islas de San Pedro o la construcción de más de 3000 viviendas que figuran en unos planes urbanísticos sin desarrollar.

Pero también hay desafíos en el presente. Si uno deja de mirar al mar y fija la vista en el propio lugar puede comprobar que O Portiño no se encuentra en el mejor de los estados. Grandes baches en las zonas empedradas, taludes con corrimientos de piedras o especies invasoras que se mezclan con las autóctonas están entre los problemas que manchan una de las esquinas con vistas privilegiadas al mar de la ciudad de A Coruña.

 

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