‘Pequeños milagros en Peckham Street’: Buen dramedia búlgaro, inteligente en su tratamiento sobre la inmigración

¡Mis queridos palomiteros! ‘Pequeños milagros en Peckham Street’: En busca de la felicidad. El pasado viernes, 6 de los corrientes, llegaba a los cines españoles -gracias a la distribuidora Surtsey Films– Pequeños milagros en Peckham Street, inteligente y perspicaz largo de ficción basado en hechos reales.

Escrito y dirigido a dos manos por las cineastas búlgaras Mina Mileva y Vesela Kazakova,  hasta el momento habían abordado su trabajo profesional en el ámbito del cine documental. Aunque está claro que su talento se prodiga con soltura y lucidez en todos los terrenos del área cinematográfica. No os perdáis la entrevista que puede realizarlas a su paso por Madrid.

‘Pequeños milagros en Peckham Street’: En busca de la felicidad

Por su lado, Pequeños milagros en Peckham Street -que ha competido en Locarno, Sarajevo y en la Seminci de Valladolid- cuenta cómo la vida en una comunidad de viviendas municipales en el Londres del Brexit se ve agravada debido a la gentrificación. Irina, una madre soltera de origen búlgaro que intenta triunfar como arquitecta y se niega a vivir de los subsidios como la mayoría de sus vecinos, lucha sin éxito para convencerlos de luchar contra el sistema.

Vive también con ella su hijo Jojo y su hermano Vlado, un graduado en historia en la Bulgaria natal, ahora obligado a instalar antenas de televisión para llegar a fin de mes. Cuando un gato aparece atrapado en su pared, la familia de Irina y algunos de sus vecinos entrarán en conflicto.

Con un acabado formal digno de elogio, acentuado por su poderosa puesta en escena al estilo de los mejores narradores del cine social como Ken Loach, Gracia Querejeta o Fernando León de Aranoa, por citar algunos de los más punteros, se desenvuelve este denso dramedia. En él, sus directoras ponen el mayor de los empeños en conseguir una arquitectura dramática sólida, que flojea por momentos.

Pequeños milagros en Peckham Street cuenta con un acabado formal digno de elogio

Pero, ojo, falla por exceso, por abundar en muchos temas y cargar de diálogos intensos muchas escenas. En este sentido, se aprecia el peso que el documental tiene en sus realizadoras, y del que aún no han podido abstraerse lo suficiente en su primer trabajo fuera de ese territorio. Lo que se narra, no obstante, está suficientemente contrastado. Del mismo modo, los personajes están bien definidos, si bien se percibe cierto academicismo en las interpretaciones de algunos actores secundarios.

Por otro lado, lo sustancial de la historia, que es la crítica social al sistema, funciona a la perfección. Están muy bien logrados tanto el contraste entre propietario con estudios versus inquilina-inmigrante, así como el que se da entre el mundo de los adultos y el de los niños, que rebaja a su justa medida la tensión del filme. Es decir, que Pequeños milagros en Peckham Street goza de ritmo pero resbala en su tempo dramático.

La historia aboga por el culto al esfuerzo y por una vida familiar sana y sin estridencias. Y por un encuentro auténtico con la felicidad

Eminentemente naturalista, el realismo de este trabajo fílmico -de muchos tonos grises en su paleta cromática- no abunda en la desesperación que podrían acusar los personajes, a pesar de que el mundo que rodea a sus protagonistas insiste en hundirlos cada vez que salen a flote. Además, la historia aboga por el culto al esfuerzo y por una vida familiar sana y sin estridencias. Y por un encuentro auténtico con la felicidad.

Así las cosas, Pequeños milagros en Packham Street es un filme muy recomendable, que indaga con tiento y conocimiento en los problemas sociales y laborales en el contexto del Brexit, especialmente en lo concerniente a la inmigración, el racismo, la xenofobia, la pobreza y la miseria moral. No dejéis de acudir a las salas. El cine social búlgaro tiene mucho que ofrecer. No os arrepentiréis.