Pablo Casado ha dicho al término del primer Comité Ejecutivo de esta nueva época que “el PP ha vuelto”. Más allá de un eslogan vistoso, parece que el principal partido del centro-derecha sí se ha embarcado en un nuevo proyecto de ideas y valores sólido e integrador que deberá ponerse a prueba ante los desafíos del presente. La composición de los órganos de dirección debe servir a esa finalidad y forjar un alternativa clara de gobierno para una España que necesita un partido de centro-derecha sólido. La designación de Teodoro García como Secretario General refleja la incorporación de una savia nueva que debe soltar el lastre de las malas prácticas adheridas a la imagen pública de esa formación política y las deformaciones de un pragmatismo tecnocrático que habían desorientado a su electorado.

Son importantes los intentos de Casado de integrar a personas de otras candidaturas de las primarias, en particular de los entornos de Sáenz de Santamaría y Cospedal, pero la unidad del partido no debe construirse sobre la base de los complejos juegos de equilibrios o de la satisfacción de demandas personalistas. Lo que debe primar es un proyecto común de partido que sea percibido con claridad por la sociedad. Un proyecto articulado, con nueva imagen y nuevas formas, en torno al patrimonio de esta formación política desde sus inicios políticos: libertad, promoción de la familia, subsidiariedad del Estado para conseguir un sistema de bienestar viable, unidad de España y solidaridad, todo ello en el marco de un pacto constitucional que debe ser defendido y revalidado.