El Gobierno aprobó en el último Consejo de Ministros del año la subida del Salario Mínimo Interprofesional que había pactado con los agentes sociales. Es una subida de un 4 por ciento que quiere llegar a los 850 euros en 2020 y que está condicionada a un buen ritmo de crecimiento. Son pocos los trabajadores que por convenio colectivo van a beneficiarse de esta medida. Pero el Gobierno ha querido mandar un mensaje: ha llegado la hora de subir los salarios. Lo cierto es que la situación no es nada sencilla, y España da a veces la sensación de estar encerrada en una especie de laberinto de competitividad

Se van a cumplir diez años del estallido de la crisis. Desde entonces nuestro país ha podido recuperar altas tasas de crecimiento y de creación de empleo por diversas razones. La más importante ha sido la bajada de salarios que ha sido especialmente acusada entre las remuneraciones más bajas. En ese segmento la caída ha llegado a ser de casi el 30 por ciento. Una situación que supone que, especialmente los más jóvenes, ganen muy poco dinero. La precariedad hace muy difícil llevar una vida digna.

Pero si todos los salarios subieran linealmente, por ejemplo un 2 por ciento, se frenaría la creación de empleo y no se alcanzaría el objetivo de 20 millones de ocupados en 2020. ¿Cómo se sale de este laberinto? A corto plazo, subiendo salarios de forma selectiva donde se haya incrementado la productividad. A medio y largo plazo tenemos muchas tareas, entre ellas la mejora de la enseñanza, para no tener que competir solo a base de ganar poco.