El PP vive este sábado una jornada extraordinaria con motivo de la elección del que será a partir de ahora el líder del partido. Por primera vez ese líder saldrá de un proceso de primarias totalmente abierto. Las primarias han sido ya una catarsis en una formación que perdió el poder de la noche a la mañana y en la que tradicionalmente los procesos de sucesión dejaban poco espacio a las bases. Hubiera sido deseable que las primarias hubieran tenido otro tono. Hubiera sido preferible que hubiera habido debate, en el sentido literal y en el sentido metafórico. Siempre es enriquecedor que los que aspiran a dirigir un partido dialoguen sobre sus ideas, sobre sus experiencias y sobre las soluciones que consideran más convenientes. De esto ha habido poco.

En cualquier caso, las primarias han sido positivas. Pero sería un error que con la elección de Casado a Santamaría en las próximas horas se diera por cerrado un proceso de renovación muy necesario en el PP. La renovación no puede consistir solo en tener un nuevo líder. La renovación que tiene pendiente el PP pasa por abrir el partido más a la sociedad civil, por iniciar un proceso de reflexión crítica sobre qué políticas sectoriales son necesarias para España, por hacer un trabajo más exhaustivo para desmarcarse de la corrupción. Hoy estamos solos ante el comienzo de la que debería ser una gran travesía: la de regenerar al centro-derecha español.