Se van a cumplir siete años del estallido del conflicto sirio, una guerra que sigue dejando, a día de hoy, numerosas secuelas y cuyas víctimas principales son los civiles. Por si fuera poco, en las últimas horas, un vídeo que muestra el cadáver mutilado de una joven combatiente kurda ha encendido las redes sociales y ha recrudecido el horror de la guerra. La situación es insostenible. Para hacernos una idea, tan solo en el cuadrante norte del país y en dos semanas han muerto 104 personas y al menos otras 156 han resultado heridas. Son muchas las voces que claman. El enviado de la ONU a Siria para la crisis humanitaria ha vuelto a pedir una tregua. El Cardenal Mario Zenari, Nuncio Apostólico en el país, ha querido lanzar un nuevo llamamiento por la paz en el que nos invita a escuchar el grito de los sirios y a ponerlo delante de nuestra conciencia.

Por desgracia el mapa del horror no ese circunscribe a solo Siria. Como ha afirmado el Papa Francisco en tantas ocasiones da la sensación de que estamos viviendo una suerte de tercera guerra mundial a pedazos. En medio de este contexto, cobra todo su sentido la jornada especial de oración y ayuno por la paz que el Papa ha convocado de nuevo, en esta ocasión para el próximo 23 de febrero, primer viernes de Cuaresma. Este año tendrá especialmente presente a la población de la República Democrática del Congo y de Sudán del Sur, ambos países también golpeados por conflictos civiles. Es una ocasión magnífica para que cada uno, siguiendo la invitación del Papa, nos preguntemos en conciencia qué es lo podemos hacer cada uno por la paz, tan urgente y necesaria en tantas partes del mundo.